Si hay una entidad de la cual depende mantener la casa de las finanzas públicas en orden, a lo largo del cuatrienio, es la Dian. Así la afirmación suene obvia, debido a que la dirección de impuestos y aduanas es la encargada de recaudar los tributos que pagan los colombianos, vale la pena recordar que los escenarios de sostenibilidad fiscal hablan de una mayor efectividad en la lucha contra la evasión.
Por tal motivo, no debería pasar desapercibido el comunicado dado a conocer este miércoles, según el cual “ya empezó la transformación” en la institución. De acuerdo con el pronunciamiento, esta se apoya en cuatro pilares estratégicos, que se encuentran en marcha.
El primero es la transformación del talento humano, algo que comenzó con la vinculación de 796 funcionarios el año pasado, escogidos en 48.000 hojas de vida radicadas. Un segundo componente es el cambio tecnológico, clave para prestar un buen servicio y contar con mecanismos de informaciones y seguimiento de última generación.
El tercer elemento es la cercanía con el ciudadano, que pasa con la calidad de la atención y la efectividad en las respuestas entregadas. La lista se cierra con la legitimidad, fundamental para que la ciudadanía cumpla con sus obligaciones.
Entre los instrumentos escogidos para mejorar la formalidad, se encuentra la factura electrónica. La esperanza es que tal como sucedió en otros países, la herramienta permita cerrar boquetes y perseguir a morosos y evasores. También se cree que el régimen simple aprobado en la Ley de Financiamiento que salió del Congreso en diciembre, ayude.
Todo lo anterior suena muy bien, pero el desafío es enorme. Expandir la nómina de manera significativa y recuperar el atraso en sistemas, tardará un buen tiempo. El caso del Muisca, que no entrega información estructurada y al que le faltarían tres años de desarrollo, es un buen ejemplo del tamaño de un reto del que dependen las finanzas públicas.
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