Que los tiempos actuales no son buenos para el mercado cafetero es algo ya sabido. La combinación de precios internacionales a la baja y la revaluación del peso se traduce en un menor ingreso para los cultivadores del grano, que ahora reciben 726.000 pesos por carga del producto a nivel interno, en comparación con un valor promedio superior a los 800.000 pesos durante el 2017.
Lo que no es tan conocido es que las expectativas son a la baja. Así lo muestran las posiciones adquiridas por los especuladores que juegan en las bolsas, cuya cuantía no tiene precedentes. Las apuestas le apuntan a que viene un aumento tan considerable en la oferta mundial, que la libra de café seguirá cayendo.
El motivo de esas expectativas es la cosecha de Brasil, que sube de manera considerable en los años pares. Mientras las agencias del gobierno auriverde hablan de un total de 58,5 millones de sacos para el 2018 –30 por ciento más que en el periodo precedente–, hay quienes creen que ascenderá a 65 millones. Si ese es el caso, habría un exceso en el mercado que podría sumar unos cinco millones de sacos que se irá a mayores inventarios.
Nadie sabe lo que eso significará en los precios, pero la verdad es que la calidad arábigo está en cercanías de los 1,2 dólares por libra, próxima a los mínimos de los últimos dos años. Un evento inesperado y podrían llegar descensos adicionales que incidirían negativamente en la calidad de vida de millones de campesinos a lo largo y ancho del planeta.
Para colmo de males, la presencia de los especuladores exacerbaría los descensos en las cotizaciones. Debido a que hay cerca de 20 millones de sacos de ventas en corto, habrá una lucha por cubrir posiciones que seguramente vendrá acompañada de altibajos.
En medio de esa circunstancia, Colombia no tiene mucho que hacer, aparte de mirar los toros desde la barrera y cruzar los dedos. Fenómenos como el sorpresivo fortalecimiento del dólar ayer sirven, pero habrá que amarrarse el cinturón ante lo que puede venir.