No cayó nada mal entre los observadores el comunicado expedido ayer por Fitch –una de las tres grandes en el mundo de las firmas que se dedican a la calificación de riesgo– con respecto a la nota de los títulos de deuda del país. Según la compañía, Colombia no solo mantiene el BBB recibido, sino que su perspectiva es estable, lo cual da un parte de confianza sobre el rumbo de la política económica.
Aunque las comparaciones son odiosas, el gesto de tranquilidad contrasta con la degradación que acaba de sufrir Argentina y el pronóstico negativo con respecto a México. Ello quiere decir que a diferencia de los vientos que soplan en la región, conservamos una buena dosis de credibilidad.
El motivo es la percepción de que la llegada de Iván Duque al poder garantiza la continuidad en materia monetaria y fiscal. En tal sentido, los cambios tributarios que acompañan el proyecto de ley de financiamiento que ayer comenzó su trámite formal en el Congreso, son vistos como un paso en la dirección correcta, sobre todo en lo que atañe a mantener las cuentas públicas en orden.
También resulta interesante la apuesta en torno al crecimiento para el 2019 y el 2020, calculado en 3,3 y 3,5 por ciento anual, respectivamente. Parte de esas mejores perspectivas se derivan de un escenario de precios del petróleo más favorable, así las reservas de crudo sean todavía modestas.
Tal como es usual cuando salen este tipo de pronunciamientos, los especialistas se fijan en cuáles son los motivos que podrían llevar a un deterioro en la calificación del país. Fitch advierte que un resultado desfavorable desde el punto de vista fiscal que lleve a más deuda y mayores pagos de intereses, sería una causa, junto con un avance lento del PIB o grandes desequilibrios externos.
No obstante, el mensaje de fondo es que se están haciendo propuestas para que esos escenarios no se hagan realidad. En el intermedio hay un compás de espera que depende de lo que acabe sucediendo en el Capitolio.