Más de un analista se sorprendió con el salto que experimentaron los precios del petróleo el viernes pasado, después de una serie de sesiones a la baja. La reacción fue especialmente notoria en el caso de la variedad WTI, que hace referencia al crudo liviano que sale de Texas y que había bordeado los 26 dólares por barril, antes de mostrar un repunte del 12 por ciento.
La causa primordial resultó ser el conteo de plataformas de perforación, que es fundamental para anticipar el bombeo de hidrocarburos en un futuro cercano. La lógica indica que entre menos se encuentren en operación eso se reflejará eventualmente en una producción menor cuando los pozos actuales empiecen a agotarse.
Las cifras no mienten. El recorte en el número de plataformas fue de 28, con lo cual el total quedó en 439 en el territorio estadounidense. Ese guarismo es inferior en 617 al de hace 12 meses y es casi una tercera parte del acumulado visto a comienzos del 2014.
La causa del bajón es clara. En la medida en que la cotización del petróleo experimenta una contracción cercana al 70 por ciento frente al nivel de hace 20 meses, una cantidad creciente de proyectos deja de ser rentable. Así las cifras agregadas de empleo no lo demuestren, miles de puestos de trabajo han desaparecido en estados relativamente despoblados como Montana y Oklahoma.
El asunto es clave porque el factor que más ha influido sobre la realidad del mercado actual es la expansión de la producción norteamericana.
Esta pasó de cerca de 5 millones de barriles diarios a más de 9 millones en cuestión de un lustro, alterando radicalmente el equilibrio mundial y dando origen a un exceso de oferta que es la principal causante de la situación actual.
No obstante, el abastecimiento de crudo no muestra alteraciones significativas. Los inventarios siguen alcanzando niveles sin precedentes semana a semana y uno de los principales dolores de cabeza es encontrar lugares para almacenar los millones de barriles que sobran.
A pesar de ello, en la medida en que el ritmo de perforación se reduzca es previsible que la corrección acabará llegando. El problema es que nadie sabe a ciencia cierta cuándo arribará ese día. Y mientras tanto, los exportadores como Colombia seguirán aguantando a la espera de una mejoría.
Brújula
A la espera del repunte
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Ricardo Ávila
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