No existe en la historia de la democracia británica un antecedente como el de ayer, cuando el partido que está en el Gobierno perdió por una enorme mayoría la votación con respecto al acuerdo que había negociado con la Unión Europea, referente a la salida del Reino Unido del bloque comunitario. La derrota era esperada por los observadores, pero la diferencia de 230 votos en contra fue sorpresiva.
Lo anterior no quiere decir que la historia del Brexit termine ahí, pues el camino se divide en varias rutas posibles. Para comenzar, está el tema de sobrevivir al voto de confianza planteado por la oposición, algo que parece seguro dado que las ganas de convocar a elecciones son pocas, por parte de unos y otros.
Debido a ello, May tendrá que volver a la cámara de los comunes con un plan de acción que se enfoque en hacer pasables los temas que sus enemigos se negaron a digerir. Estos incluyen el tratamiento que tendrá Irlanda del Norte que desea mantener las preferencias actuales o asuntos relacionados con la política migratoria y de seguridad. No se trata de dejar a todo el mundo contento sino de conseguir votos suficientes para seguir adelante.
Aun así, las negociaciones con Bruselas no serán fáciles. Más de un gobierno, de los 27 que siguen en la UE, podría pensar que no vale la pena el desgaste dada la debilidad de la actual inquilina del número 10 de Downing Street en Londres, sede del Ejecutivo.
Incluso si se reabren los textos, el problema es el tiempo. Sobre el papel, todo debería quedar listo antes del 29 de marzo próximo, que es cuando se vence el plazo para definir los términos del divorcio. Ello incluye la luz verde del parlamento británico, la del parlamento europeo y la aprobación de al menos siete leyes complementarias.
Como consecuencia, aumenta la probabilidad de que haya una solicitud de ampliar el cronograma para proseguir con la negociación. Si ese es el caso, la incertidumbre seguirá durante varios meses más. El ‘novelón’ del Brexit sigue escribiéndose.