Dice el conocido refrán que ‘en río revuelto, ganancia de pescadores’. Esa frase de la sabiduría popular vuelve a cobrar vigencia ahora que la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), viene de anunciar un cese de actividades de 48 horas para el 9 y 10 de mayo próximos, con el fin de protestar los supuestos incumplimientos de las promesas hechas por el Gobierno.
Más que entrar a considerar la validez de los reclamos, es evidente que el paro que afectará a millones de estudiantes ocurre en plena época electoral, a dos semanas y media de la primera vuelta de las elecciones presidenciales. La intención puede ser la de llamar la atención de los candidatos, influir sobre el público u obtener promesas de algunos aspirantes a cambio de respaldos. Sea cual sea, es difícil mirar el movimiento como la legítima expresión de un sector que defiende sus derechos, apartada de la coyuntura electoral.
Algo similar se puede decir de los cafeteros, que convocaron un plantón en Bogotá el 4 de mayo. Tal como sucedió en la pasada época de precios bajos, las llamadas Dignidades vienen agrupando fuerzas con el fin de exigirle al Gobierno que se meta la mano al bolsillo para apoyar el precio interno del grano. Si bien en el pasado eso fue posible, ahora la falta de espacio fiscal hace poco factible una solución, por lo menos en estos meses.
No obstante, sería ingenuo pensar que el mensaje que se quiere enviar está dirigido a la presente administración y no a la próxima. Aquí también hay votos en juego y no faltarán quienes se sientan tentados a prometer soluciones que hoy no tienen viabilidad.
Los arroceros en el Tolima o los trabajadores del hospital de San Andrés, postrado por la politiquería y la corrupción, también han aprovechado la época para pedir auxilio. Y aunque hay urgencias que no dan espera, es imposible no mirar la coincidencia con el calendario, la misma que despierta suspicacias y sugiere que más de uno aspira a pescar en el río revuelto del descontento.