Son múltiples los motivos de celebración tras el anuncio hecho este martes por el Gobierno Nacional, en el sentido de que la era de las Asociaciones Público Privadas de iniciativa privada, comienza en Bogotá. La luz verde que recibió el proyecto que ampliará las vías al norte de la capital servirá no solo para mejorar la movilidad en esa zona, sino para que más propuestas del mismo tenor hagan su curso, ojalá más temprano que tarde.
Para nadie es un misterio que el atraso vial del Distrito es inmenso. En la medida en que el tráfico se ha vuelto más intenso, los tiempos de desplazamiento aumentan y la competitividad de la urbe disminuye, pues entrar y salir de ella es poco menos que una pesadilla, aparte del tránsito interno.
Ahora, se enciende una luz por cuenta de las APP. Dada la estrechez de las finanzas bogotanas, la posibilidad de que sea el capital privado el que financie parte importante de las obras por hacer, resuelve un cuello de botella fundamental, tanto de dinero como de tiempo.
Falta, claro está, estructurar las iniciativas más complejas, algo que resultará más difícil que apoyarse en una concesión ya existente como la autorizada el lunes. Sin embargo, es de esperar que el entusiasmo de los proponentes sea mayor y que la docena y media de ideas que hay en el papel –sin contar las férreas– se conviertan en realizaciones.
De ser así, la dinámica de la economía distrital mejorará mucho. Aparte de que las ejecutorias servirán para generar empleos, hay que tener en cuenta las oportunidades que surgirán cuando la ciudad recorte la brecha que hoy tiene en su infraestructura.
Mal contado, lo que hay en la ‘tubería’ se tasa en más de 10 billones de pesos. Y aunque no todo acabará siendo factible, es indispensable dar el primer paso para iniciar el camino.
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