Puede ser que el ánimo de los colombianos se haya enfriado un poco después de la derrota de la selección de fútbol ayer en Rusia, pero en lo que atañe a los analistas la fe en el desempeño de la economía nacional va en alza. El motivo más reciente es la notoria mejoría en el índice de confianza del consumidor que elabora Fedesarrollo mensualmente.
De acuerdo con el reporte de mayo, el optimismo subió con fuerza el mes pasado, alcanzando el punto más elevado desde julio del 2015. La diferencia sustancial es que mientras hace tres años la tendencia era descendente por cuenta de la caída en el precio del petróleo y la devaluación del peso, ahora va claramente hacia arriba.
La causa del repunte es doble. De un lado, la percepción con respecto a las condiciones económicas actuales es mucho mejor y ya se encuentra en terreno positivo, lo cual contrasta con el pesimismo de los dos años previos. Cada vez más personas creen que a su hogar le está yendo mejor, algo que explica el salto en la propensión a comprar electrodomésticos en plena época de la Copa Mundo.
Por otra parte, las expectativas con respecto al futuro cercano se mantienen en ascenso, tanto en lo que respecta a la situación familiar como a la del país. Puesto de otra manera, si múltiples mediciones comprueban que lo más duro quedó atrás y que vienen tiempos más favorables, la gente está de acuerdo.
Adicionalmente, salta a la vista que el positivismo es la norma en las cinco ciudades en las cuales se sondea el ánimo del consumidor, con Barranquilla a la cabeza, como es tradicional. En cuanto a los niveles socioeconómicos, lo destacable es que en el medio y el bajo se notó gran recuperación, más no así en el alto.
Es posible que en el caso de los más pudientes la incertidumbre política haya jugado un papel. Despejadas las incógnitas, todo apunta a que la medición de junio debería seguir por la senda ascendente. Ahora de lo que se trata es de que esa mayor confianza del consumidor se refleje en la marcha de la economía.