No siempre la noticia de una desaceleración cae mal en los mercados de valores. Así quedó claro el viernes de la semana que termina, cuando las acciones que se negocian en Wall Street alcanzaron nuevos máximos, tras conocerse el dato de crecimiento de la economía estadounidense.
Según lo reportaron las autoridades, el Producto Interno Bruto norteamericano se expandió a una tasa del 2,1 por ciento en el segundo trimestre del 2019. Dicho guarismo es inferior en un punto porcentual al registrado entre enero y marzo, con lo cual se confirman las expectativas de los analistas en el sentido de una pérdida de velocidad en la máquina.
A pesar de que la ralentización es un hecho, la verdad es que los pronósticos hablaban de un bajón todavía mayor. El gasto de los consumidores, que es todavía vigoroso, acabó siendo fundamental. Tal parece que la baja tasa de desempleo sirve para animar la demanda interna.
No obstante, lo ocurrido aumenta las probabilidades de que el Banco de la Reserva Federal opte por hacer un recorte en la tasa de interés que les cobra a las entidades financieras por darles liquidez temporal. Ante esa perspectiva, se vuelve más atractivo invertir en renta variable, con lo cual se entiende por qué los índices bursátiles subieron.
Respecto a lo que sigue más adelante, hay opiniones divididas. Algunos observadores consideran que después de la rebaja que vendría, se suspenderían los estímulos adicionales. A fin de cuentas la inflación en Estados Unidos subió ligeramente, con lo cual las autoridades monetarias preferirían curarse en salud.
De lo que no hay duda es de la actitud de Donald Trump. Desde su cuenta de Twitter, el mandatario viene insistiendo en que el costo del dinero necesita bajar mucho más. La Casa Blanca sabe que sus esperanzas de reelección dependen de que la sensación de prosperidad continúe hasta noviembre del próximo año, cuando será la cita con las urnas.
Por tal razón la ofensiva mediática seguirá. Queda por verse si la Reserva Federal cede o prefiere la línea de la ortodoxia, así se le despeluque el mechón a “ya sabemos quién”.
Ricardo Ávila Pinto
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