Tendría que suceder algo realmente inesperado para que el país no alcance una nueva marca histórica, con respecto al número de pasajeros transportados por vía aérea.
Tal como lo informó la Aeronáutica Civil el viernes, el acumulado de los primeros siete meses del 2019 va en 23,3 millones de viajeros en avión, un alza del 10 por ciento con respecto a la suma registrada el año pasado.
Quizás lo más llamativo es que la dinámica muestra una tendencia al alza, ya que después de un arranque a tasas de un solo dígito, desde junio aumentó la velocidad. De hecho, lo ocurrido el mes pasado, cuando se contabilizaron 3,77 millones de usuarios en los aeropuertos del país, no tiene precedentes.
No menos sorpresivo es que la mayor dinámica se observa en las rutas nacionales. La combinación de la temporada de vacaciones con una realidad de mayor competencia entre las compañías del ramo, que conduce a tarifas más atractivas, se expresa en mayor apetito al momento de viajar. Como consecuencia, en julio se llegó a más de 2,5 millones de pasajeros domésticos, otro récord.
En contraste, los destinos internacionales van a un paso más lento. Puede ser que el encarecimiento reciente del dólar haya influido en esa circunstancia, sin desconocer que los visitantes venidos de afuera siguen llegando.
Sea como sea, todo apunta a que al finalizar el presente año, la estadística supere los 40 millones de viajeros en avión. Dicho guarismo duplica el observado en el 2010 y cuadruplica el registrado al comienzo del siglo.
Semejante evolución deja en claro que la transformación del segmento ha sido profunda y da para pensar que el negocio continuará ganando altura. Con razón las compañías del ramo amplían frecuencias y ofrecen conectar puntos de la geografía que antes podían estar desatendidos.
A pesar de los avances en infraestructura aeroportuaria, todo hace pensar que la presión por más instalaciones no va a disminuir. De seguir así, podríamos pasar con facilidad los 50 millones de pasajeros anuales a comienzos de la década que viene.