Cada vez que los analistas internacionales se refieren a la situación de la economía colombiana, hay un tema que siempre surge.
Se trata del notable desequilibrio de las cifras externas del país que se observa en la cuenta corriente de la balanza de pagos, en la cual se registran las transacciones de bienes y servicios con el exterior.
Y es que tras el desplome en los precios del petróleo que comenzó hace dos años y derrumbó las exportaciones, el saldo en rojo se fue a la estratosfera. Al cierre del 2015, el número negativo superó el equivalente del 6 por ciento del Producto Interno Bruto, uno de los niveles más elevados entre las economías de mayor tamaño en el planeta.
Como el agujero se debe financiar con plata venida de afuera, la vulnerabilidad es evidente. Un deterioro en la percepción sobre la realidad del país puede impactar adversamente los flujos de inversión extranjera, o la consecución de créditos internacionales, lo cual impulsaría la tasa de cambio a cotas que harían más daño que bien.
Por tal motivo, diversos analistas habían recomendado adoptar políticas con el fin de reducir el déficit anotado.
En tal sentido, el Banco de la República entregó un parte positivo, al señalar que el faltante cayó al equivalente del 4,8 por ciento del PIB en el primer semestre, muy por debajo de las apuestas hechas por los analistas.
Los factores que más influyeron en la mejoría fueron las utilidades remitidas a otras latitudes por las empresas de capital foráneo y el alza de las remesas enviadas por los colombianos que viven en el exterior.
Pero más allá de la explicación, no hay duda de que una fuente de preocupaciones se ve ahora menos angustiante. De seguir las cosas así, llegaremos a un punto aceptable en esta materia, ojalá más temprano que tarde.
Un saldo menos rojo
El Banco de la República entregó un parte positivo, al señalar que el déficit de cuenta corriente cayó al 4,8 % del PIB en el primer semestre.
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