Parece increíble que un país que ha sufrido todo tipo de calamidades atribuibles a la incompetencia de sus dirigentes, se vea expuesto a nuevas penurias. Lamentablemente, ese es el caso de Venezuela, en donde los cortes de luz de más de 100 horas cesaron, pero el retorno a la normalidad se demorará mucho más tiempo.
Para comenzar, por las pérdidas que dejó el apagón, algunas de ellas irreparables, como ocurre con las vidas humanas. De otro lado, está el daño de la comida almacenada –una catástrofe en un lugar en donde abunda la escasez– o el pésimo abastecimiento del agua, que obligó a cientos de personas a abastecer de fuentes no aptas para el consumo.
Mientras la gente paseaba con canecas y bidones o algunos desfogaban su rabia protagonizando saqueos, el régimen seguía hablando de una conspiración externa. Eso no es lo que opina la escuela de ingeniería eléctrica de la Universidad Central de Venezuela, que este miércoles hizo un análisis de lo sucedido.
Según la explicación del ente académico, un incendio en una subestación vecina al río Orinoco ocasionó un aumento en la temperatura de las líneas de transmisión, que a su vez afectó a la hidroeléctrica del Gurí, la más importante de todas. Con el fin de preservar los generadores ante la carga de potencia, se hizo necesario desconectarlos, lo que dio lugar a una reacción en cadena.
La explicación sobre por qué tuvo lugar una demora de tal magnitud para devolverle la normalidad al sistema, recae en el nulo mantenimiento a lo largo de los últimos años. Puesto de otra manera, hay una fragilidad enorme desde el punto de vista técnico que, en lugar de disminuir, empeora.
Ello hace pensar que la crisis energética de estos últimos días, no será la última. A pesar de la oferta de China, en el sentido de trabajar en la búsqueda de una solución, la recuperación puede tomar meses. En el entretanto, la administración chavista seguirá poniendo a prueba la paciencia del pueblo venezolano.
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto