Nadie dijo que fuera fácil. Aun así, no faltan las caras de desilusión entre los que desean un precio del petróleo más alto, pues la esperanza de volver realidad los recortes a los que se habían comprometido los integrantes de la Opep, empieza a alejarse.
Y es que en los últimos días no ha hecho más que crecer la lista de los miembros del cartel que desean ser excluidos del compromiso. En la lista se encuentran Irán, Iraq, Nigeria y Libia, por lo cual la intención de disminuir los despachos en más de un millón de barriles diarios recaería en los demás socios.
La posibilidad de que esa solidaridad exista es baja. Para citar un caso, Arabia Saudita no vería con buenos ojos que sus rivales, los iraníes, sigan como si nada, mientras los demás se sacrifican. A lo anterior hay que agregar la actitud ambivalente de Rusia, que, a pesar de no estar en el mismo club, sugirió que se podría sumar al apretón, para dar marcha atrás unos días más tarde.
Por cuenta de esa situación, las cotizaciones que habían superado los 50 dólares por barril, van otra vez a la baja. Ayer la variedad Brent, asociada con los crudos pesados que exporta Colombia, tuvo un descenso del 2,4 por ciento, con lo cual el barril se negoció apenas por encima de los 48 dólares.
Dado que el viento parece haber cambiado de dirección, el anhelo es que las naciones grandes consigan ponerse de acuerdo antes de la cita formal que tienen a finales de noviembre. Solo un esquema con reglas claras y recortes verificables, lograría darle un nuevo aire a los precios del petróleo.
Mientras tanto, el peso colombiano paga las consecuencias. Ayer la moneda nacional quedó al borde de romper la barrera de los 3.000 pesos y seguramente se quedará por ahí, a menos que los poderosos lleguen a un consenso.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto
El peso paga los platos
La moneda nacional es la que asume las consecuencias de que la Opep no llegue a un acuerdo sobre la producción del petróleo.
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