En medio de las angustias que experimenta la economía argentina, cuyo pronóstico sigue siendo reservado, no faltan las dudas sobre la salud de un buen número de países emergentes. El más reciente en la lista de casos problema es Suráfrica, cuyo desempeño va de mal en peor, por cuenta de una recesión que apunta a ser prolongada.
Debido a ello, los analistas han vuelto a revisar los números clave de diferentes naciones, entre las cuales está Colombia. El parte hasta ahora es positivo, lo cual se nota en el comportamiento del peso en jornadas recientes. No hay duda de que la moneda viene perdiendo terreno, pero la devaluación aquí es mucho menor que en otras latitudes.
Una de las causas de que no se hayan disparado las alarmas es la mejoría en las cuentas externas. El lunes el Banco de la República reveló que el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos se ubicó en el equivalente del 3,6 por ciento del Producto Interno Bruto al cierre del primer semestre. Dicho guarismo es menor en cuatro décimas de punto porcentual al registrado en el mismo lapso del 2017.
Aunque todavía hay un faltante, este se encuentra entre los parámetros de lo manejable. El parte es muy distinto al del 2015 cuando el agujero llegó al 6,4 por ciento del PIB, disparando las alarmas. Puesto de otra manera, ha tenido lugar una corrección clave que nos evita grandes dolores de cabeza.
El motivo central de la rectificación no es otro que el aumento en las exportaciones de bienes y servicios. Gracias al alza en las ventas a otros mercados se habla de un déficit con tendencia a la baja que podría ubicarse en 3 por ciento del PIB al final del 2018.
Sin embargo, vale la pena reconocer las vulnerabilidades. De no haber sido por los mayores precios del petróleo que inciden en los ingresos externos, estaríamos en condiciones muy distintas. Por tal razón, así las cifras se vean buen es mejor tener claro que aún falta parte de la tarea, si aspiramos a evitar sobresaltos en el futuro.
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