En medio de las señales contradictorias sobre la marcha de la economía colombiana, hay sectores que muestran un ritmo superior al promedio. Ese es el caso de la producción de hidrocarburos, cuyas cifras a mayo comprueban una evolución favorable, a pesar de una compleja realidad de orden público.
Para comenzar, la extracción de petróleo alcanza un promedio de 892.368 barriles diarios en el acumulado de los primeros cinco meses del año. Dicho guarismo representa un incremento del 4,5 por ciento con respecto al 2018. Y en lo que atañe al gas natural la mejora es del 10,5 por ciento, por cuenta de una demanda interna que evoluciona con más fortaleza de la que tenían en mente los analistas.
Lo anterior se combina con un mercado internacional en el que abundan los altibajos. Este martes el valor del crudo volvió a superar los 65 dólares por barril en el caso de la variedad Brent. Tanto las tensiones en el Medio Oriente como la ola de calor que afecta a Europa sugieren que puede haber estrechez en la oferta, combinada con una demanda más vigorosa.
Si bien las cosas pintan mejor ahora tras el bache de unas semanas atrás, todavía el petróleo se ubica cerca de 12 por ciento por debajo de los niveles de mediados del año pasado. En consecuencia, es imposible hablar de una bonanza. De hecho, la realidad se ajusta a las proyecciones hechas en un comienzo, descontando la volatilidad observada.
No obstante, tal parece que Colombia está haciendo bien su tarea. Esta consiste en subir la producción a punta de mejorar la eficiencia en los campos existentes e incorporar algunos hallazgos de tamaño mediano. Como ha sido la norma de tiempo atrás, el país sigue con la asignatura de subir sus reservas recuperables, algo que depende de un ritmo de exploración más elevado.
Aun así, hay más interés en el territorio nacional. Con un poco de suerte y mucha labor de promoción apoyada en buenas reglas de juego, llegarán más inversiones que alejen el fantasma de la pérdida de la autosuficiencia.
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