MIÉRCOLES, 06 DE DICIEMBRE DE 2023

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Ricardo Ávila
Brújula

Mejor, pero no tanto

Más de un analista recibió con expresión de sorpresa el reporte entregado por el Dane el viernes, respecto al mercado laboral en marzo.

Ricardo Ávila
Exdirector de Portafolio
POR:
Ricardo Ávila

Más de un analista recibió con expresión de sorpresa el reporte entregado por el Dane el viernes, con respecto al comportamiento del mercado laboral en marzo. Según la entidad, el desempleo se ubicó en 9,4 por ciento el mes pasado, una cifra inferior a la de igual periodo del 2017 y la segunda más baja del siglo.

El dato no pasa desapercibido a la luz de la desaceleración de la economía colombiana. Si bien todo sugiere que lo peor ya pasó y ahora el crecimiento es un poco más rápido, ello no necesariamente explica la creación de 130.000 plazas de trabajo adicionales, hasta un total superior a los 22 millones.

Por otra parte, llamó la atención que en lo que atañe a las 13 ciudades y áreas metropolitanas más grandes se logró contener el deterioro que mostraban mediciones recientes, incluso con una mayor oferta de trabajadores. Y es que no solo la población ocupada subió, sino que el subempleo no mostró cambios destacables.

Lo anterior no debe entenderse como un parte de tranquilidad. Todavía sigue vigente el peligro de un descalabro en este frente, clave para evitar un retroceso de los indicadores sociales, como es el caso de la pobreza. El motivo es que motores que antes se movían rápido como la construcción o el comercio –intensivos en mano de obra–, ahora han perdido dinámica de manera evidente, mientras que la industria –que volvió a enganchar personal– puede verse amenazada por la reciente revaluación del peso.

De otro lado, están las consideraciones geográficas. La situación de Cúcuta, con un desempleo que se acerca al 20 por ciento, es inquietante. Es de imaginar que la inmigración venezolana es un factor que explica semejante desmejora.

En cambio, hay que buscar otras razones en el caso de las cuatro capitales más grandes. Si bien el panorama no es tan grave como en Norte de Santander, las cosas no van bien en Cali y Medellín, mientras que Bogotá está por encima del promedio nacional. Incluso Barranquilla experimentó un retroceso. Suena un campanazo de alarma que hay que oír.

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