Justo una semana después de que se incumpliera el plazo fijado seis meses atrás entre el Gobierno y las Farc para concluir las negociaciones que se llevan a cabo en La Habana, la paz recibió un impulso inesperado.
Pero el hecho no tuvo lugar en la capital cubana, sino en la de Venezuela, por cuenta del anuncio de comenzar los diálogos formales con el Eln, la segunda guerrilla más antigua del país.
La noticia sorprendió a quienes habían perdido la esperanza de que el movimiento subversivo se sentara en la mesa de conversaciones. Sin embargo, todo indica que la persistencia de quienes intervinieron en la etapa de charlas confidenciales acabó rindiendo sus frutos.
Lo anterior no quiere decir que el camino que viene sea fácil. Para comenzar, los ‘elenos’ deben liberar a todas las personas que tienen secuestradas, algo que exige establecer cuántas y quiénes son, pues hay versiones encontradas sobre su número.
De manera paralela, está la designación de los negociadores de cada lado. En lo que atañe a la guerrilla, los observadores examinarán con atención los nombres de los delegados, a ver si tienen el nivel y la representatividad que les permita actuar como plenipotenciarios.
La presencia o ausencia de ‘Pablito’, quien comanda el ala más dura, va a ser vista como una señal clave.
Acto seguido, comenzará una ruta en la cual hay más de una incógnita y que incluirá más reuniones regionales.
El riesgo es que ese proceso sea desordenado o deshilvanado y que las peticiones que surjan atenten contra las llamadas ‘líneas rojas’ gubernamentales, que impiden cuestionar el modelo económico o político vigente.
Además, está el tema del tiempo y los imprevistos. No obstante, que el Eln se siente a hablar es algo positivo, así la senda se vea larga y culebrera.
Ricardo Ávila
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto
Camino largo y culebrero
El riesgo del proceso con el Eln es que sus peticiones atenten contra las 'líneas rojas’, que impiden cuestionar el modelo económico o político.
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