Todavía es difícil medir cuál va a ser el impacto que tendrá en las economías latinoamericanas, la moratoria en los pagos de algunos de los bonos emitidos por Argentina. Aunque las autoridades en Buenos Aires prefieren hablar de un “reperfilamiento”, la verdad monda y lironda es que el país austral no canceló a tiempo unos 7.000 millones de dólares en acreencias que estaba obligado a girar unos días atrás. Es la novena vez que algo similar ocurre en dicha nación y los observadores afirman que la historia vuelve a repetirse.
La explicación puntual de retraso es sencilla. Hasta hace poco el gobierno de Mauricio Macri no había tenido problema para colocar papeles a corto plazo con el fin de recoger los que se le vencían. Pero ahora que todas las apuestas se dirigen a que el actual inquilino de la Casa Rosada saldrá derrotado por un amplio margen en las elecciones de finales de octubre, nadie quiere arriesgar su dinero porque sabe que la dupla peronista que seguramente conquistará el poder, estará tentada a no honrar los compromisos suscritos.
Ese es el motivo por el cual los bonos a 100 años de plazo, que en el 2017 fueron suscritos de manera entusiasta por los inversionistas, ahora se negocian con un descuento del 62 por ciento. En total, los títulos en dólares adquiridos por el sector privado suman unos 57.000 millones de dólares, sobre los cuales pesa un enorme signo de interrogación.
Tampoco es claro qué va pasar con los 44.000 millones de dólares que ya le desembolsó el Fondo Monetario Internacional al tesoro argentino. La sugerencia de reprogramar los plazos establecidos equivale a una herejía en la sede de la entidad, que ahora se enfrenta a un dolor de cabeza mayúsculo. A fin de cuentas se trata del paquete de ayuda más grande en la historia del organismo.
Aunque sería injusto castigar a las demás naciones de la región por cuenta de estar en el mismo vecindario, la crisis de Argentina pesará sobre las tasas de cambio y la percepción de riesgo en esta parte del mundo. Más allá de que cada cual tenga su tradición crediticia, nadie podrá aislarse de un contagio.