La publicación, a finales de la semana que termina, de un par de sondeos sobre el clima de opinión en el país, mostró que el talante pesimista de los colombianos mantiene su tendencia al alza. No obstante, los analistas económicos dirigieron su mirada hacia la encuesta del consumidor que hace Fedesarrollo, cuyo veredicto también es inquietante.
Según la entidad, el índice de confianza volvió a caer en octubre, después de haber regresado a terreno negativo en septiembre. Si bien la lectura del termómetro entrega un guarismo más elevado que el observado en el mismo mes del 2017, la preocupación es que el comportamiento de la demanda interna se pueda ver afectado por el negativismo.
Lo que salta a la vista en la presente oportunidad es que el deterioro tuvo lugar en las expectativas y no en las condiciones económicas actuales. De hecho, una proporción menor de personas dice que a su hogar le está yendo peor que hace un año.
Por el contrario, cuando se le pide a la gente que mire hacia los 12 meses que vienen, salta a la vista que hay dudas sobre las condiciones del país en general y sobre la llegada de mejores tiempos. En contraste, aumenta el porcentaje de quienes consideran, a título individual, que las cosas no pintan tan mal. Puesto de otra manera, se hace presente la dicotomía entre una valoración positiva a nivel familiar y una negativa a nivel colectivo.
Dicho fenómeno no es nuevo, pero se vuelve más extremo. El problema es que cuando la calificación del entorno se torna tan oscura, el consumo puede verse golpeado, como ocurrió el año pasado.
Quienes saben de este asunto aseguran que el retroceso señalado en el índice de confianza está atado a factores de liderazgo y a la eventualidad de una mayor carga tributaria. Todo apunta, además, a que la encuesta de noviembre muestre una caída mucho más profunda, pues ahora el público sabe en qué consiste la propuesta de mayores gravámenes.
Si ese empeoramiento se siente sobre la marcha de una economía que creció 2,7 por ciento en el tercer trimestre, es algo que está por verse. Pero la advertencia queda hecha.