Durante la semana que termina, los colombianos dejaron de pensar en su situación para preocuparse por la de sus vecinos. Así podría calificarse la creciente atención que despertó la crisis venezolana, que se tradujo en el paso masivo de personas por la frontera.
La cercanía de la votación en favor de la constituyente impulsada por Nicolás Maduro y la huelga general decretada por la oposición, elevaron la ya caliente temperatura interna. Como consecuencia, decenas de miles de ciudadanos bolivarianos buscaron refugio de este lado de la línea limítrofe.
El abultado equipaje cargado por la mayoría lleva a pensar que el exilio de muchos va a ser prolongado. Lo que no es claro es qué proporción de los viajeros se piensa quedar en Colombia y cuántos aspiran a llegar a otros países. Para citar un caso, la demanda de pasajes de bus con destino a Pasto hace pensar que un buen número desea llegar a Ecuador, o más al sur del continente.
Uno de los alicientes para salir es que algunas naciones latinoamericanas han flexibilizado sus normas migratorias. Perú, por ejemplo, anunció la facilitación de permisos temporales de permanencia. A su vez, la Cancillería colombiana expidió una resolución que amplía en 90 días el lapso de estadía ya autorizado, con posibilidad de prolongarlo hasta dos años.
El tránsito de venezolanos se dará, ante todo, por vía terrestre. La decisión de Avianca de suspender sus vuelos a Caracas desde Bogotá y Lima se vio complementada con la determinación de Conviasa de cancelar su ruta entre Maiquetía y El Dorado.
Los motivos que tuvo la aerolínea colombiana son conocidos y tienen que ver, ante todo, con la seguridad de la operación. Para paliar la situación, las aeronaves que volarán a Riohacha y Cúcuta serán de mayor capacidad. Todo con el fin de acomodar una migración que se nota cada vez más y en la cual la solidaridad debe imponerse.
