Si hace 30 días alguien hubiera pronosticado que mayo sería el mes más convulsionado del 2019, en lo que atañe al comportamiento de los mercados de valores, pocos lo habrían creído. A fin de cuentas, el año había comenzado bien y a pesar de la presencia de nubes en el horizonte, el optimismo era la norma, por cuenta de la estabilidad en las tasas de interés.
La realidad se encargaría de cambiar esa percepción. Cuando el viernes de la semana que termina sonó la campana anunciando el cierre de operaciones en las bolsas del hemisferio occidental, muchos exhalaron un suspiro de alivio. En la bolsa de Nueva York, el índice S&P 500 tuvo un descenso del 6,6 por ciento y en el Viejo Continente el Stoxx Europe 600 retrocedió 5,6 por ciento, el peor desempeño en tres años.
Por su parte, los precios del petróleo bajaron 10 por ciento, cerrando a menos de 65 dólares por barril en el caso de la variedad Brent. En cuanto a los bonos gubernamentales de las naciones más desarrolladas, su rentabilidad se fue al piso, pues los capitales los usaron como un refugio para la incertidumbre.
Colombia no se salvó del oleaje, como lo muestran dos mediciones. De un lado, el Colcap que refleja la situación de las acciones en la bolsa colombiana disminuyó 5,5 por ciento, mientras que la moneda nacional se devaluó 4 por ciento frente al dólar. La tasa representativa de mercado para el martes será de 3.377 pesos por cada billete verde, un nivel que no se veía desde febrero del 2016.
En todos los casos, la causa fue la misma: la disparada del riesgo político, atribuible a Donald Trump. Aparte de que la guerra comercial entre Washington y Pekín se intensificó notoriamente, las sanciones que afectan a Huawei, la multinacional china de las telecomunicaciones, le dan una nueva dimensión a la crisis.
Para completar, la amenaza de imponerle un arancel a México por una supuesta falta de colaboración a la hora de detener a los migrantes que desean entrar de manera ilegal a Estados Unidos, mostró que la Casa Blanca no reconoce aliados ni buenas formas. Y eso aumenta el nerviosismo entre los inversionistas.