Ayer, sin hacer mucho ruido, el petróleo volvió a ubicarse por encima de los 60 dólares el barril. Tal parece que después de la turbulencia de la semana pasada, los mercados podrían disfrutar de algunos días de relativa calma, algo que se nota en las cotizaciones de las acciones en las principales bolsas del planeta o en las tasas de cambio de las monedas de las economías emergentes, incluyendo al peso.
No obstante, hay frentes en los cuales todavía no se ve un respiro. Ese es el caso del carbón, el segundo renglón de las exportaciones colombianas. Las noticias provenientes de Asia apuntan a que el precio del mineral seguirá sin levantar cabeza, algo que influye en el valor de nuestras ventas externas.
Y es que las cosas no van bien en China, ni en India, dos compradores fundamentales. En el caso de la primera, la guerra comercial que sostienen Washington y Pekín afecta directamente el ritmo de la producción industrial y la demanda de electricidad. A su vez la segunda disminuye su apetito en estas fechas, por la llegada del monzón con sus lluvias.
Como consecuencia, las compras de carbón térmico están de capa caída. El combustible que sirve de referente para el sector, proveniente de Australia, muestra una descolgada de 120 dólares por tonelada hace un año a cerca de la mitad, actualmente. Aunque Colombia se mueve en otras latitudes, no sale indemne de semejante descenso.
Para colmo de males, el apetito de Europa por el mineral es mucho menor ahora. De un lado, la oferta de gas natural es mayor, con lo cual varias plantas del Viejo Continente prefieren esta opción. Del otro están las normas ambientales y la presión del público, en favor de la generación de energías más limpias.
Todo lo anterior hace pensar que la situación seguirá difícil para el sector. Aunque existe la posibilidad de que venga un cambio de circunstancias, esa probabilidad es muy baja. Ello quiere decir que las exportaciones colombianas que provienen de los ramos extractivos, seguramente seguirán cayendo.