Facebook inició operaciones en 2004 como una marca de tecnología y redes sociales, cuya principal vía de ingresos es a través de la venta de anuncios a sus comercializadores. El nombre de marca es un activo muy importante para un negocio y, en el caso de Facebook Inc., es el más valioso de la empresa que dirige Mark Zuckerberg.
Una de las estrategias del empresario estadounidense fue abrir la plataforma a otros desarrolladores, cuando se dio cuenta de que lo fundamental en su negocio no era crear las mejores aplicaciones, sino poseer la red más grande y mejor conectada, sin importar quién las inventara.
Después de consolidar el estatus de Facebook como una las marcas sociales más grandes del mundo, comenzó a comprar y consolidar otras redes. En abril de 2012 adquirió Instagram por 1.000 millones de dólares. Actualmente, esta aplicación tiene 1.220 millones de usuarios mensuales. Luego compró WhatsApp, que cuenta con 2.000 millones de personas activas por mes. Posteriormente, convirtió la función del chat interno de Facebook en su propia aplicación, Messenger, que hoy supera los 1.300 millones de usufructuarios.
Teniendo el control de tres de las redes sociales más grandes del mundo, no existe la preocupación de que aplicaciones de los competidores tomen la delantera, simplemente se hace una oferta de compra. En caso de que el competidor se niegue, se aplica una maniobra ‘non sancta’, común en el mercado de la tecnología: copiar y adaptar.
El pasado 28 de octubre se confirmó que el conglomerado tecnológico Facebook pasó a llamarse Meta, cambio que no modificará los nombres de sus diferentes redes sociales: Facebook, Instagram y WhatsApp. Zuckerberg espera que el ‘metaverso’ llegue a 1.000 millones de personas en una década. Será un lugar en el que las personas podrán interactuar, trabajar y crear productos y contenido, en lo que él cree que será un nuevo ecosistema que genere millones de empleos, no solo para los creadores, sino para todo el mundo. El cambio se produce cuando la compañía sufre su mayor crisis reputacional y existencial en 17 años.
Escépticos opinan que la nueva denominación parece ser un intento para desviar la atención sobre las acusaciones de monopolio en el mercado de las redes sociales y los ‘Facebook Papers’, un documento filtrado que ha revelado las formas en que la compañía ignoró advertencias internas sobre los daños que su red social provocó el 4 de octubre, cuando Facebook, Instagram y la aplicación de mensajería WhatsApp dejaron de funcionar en todo el mundo. El apagón afectó a millones de usuarios que estuvieron desconectados seis horas.
Según estimaciones de Fortune, el gigante de las redes sociales, segunda plataforma de publicidad digital más grande del mundo, registró una pérdida de ingresos de aproximadamente 100 millones de dólares. Sin embargo, ¿estas situaciones refractarias justificarían, de alguna manera, la decisión de cambiar el nombre de la poderosa marca?
RICARDO GAITÁN
Consultor de Branding.