La literatura económica señala que la acumulación de capital físico y humano, junto con los adelantos tecnológicos, son los principales determinantes del crecimiento económico.
No obstante, la disposición que tiene una sociedad para ahorrar e invertir en estos frentes depende del desarrollo y la solidez del sistema financiero. En Colombia, hay una baja cobertura y profundización financiera, que de ser ampliada impulsaría el progreso económico.
El desarrollo del sistema financiero implica contar con instituciones cuya oferta de servicios y productos incentive el ahorro de las familias y promueva la inversión empresarial.
La intermediación financiera permite la asignación eficiente del ahorro, pues este es canalizado hacia los proyectos más rentables de la economía, gracias a la información con la que cuentan los establecimientos bancarios sobre la rentabilidad de los mismos. En esa medida, inversiones que involucren la formación de capital o investigación y desarrollo serán soportadas y por esa vía, el crecimiento.
Sin embargo, el indicador de profundización financiera para Colombia fue solo del 35,5% en el 2011, ubicándose por debajo de Chile, Brasil, Panamá y Costa Rica.
Igualmente, la mayor parte del crédito ha estado dirigido al sector comercial y de consumo (90% del total de la cartera de créditos del país para 2012), con una baja participación de segmentos que tienen un gran impacto social, como la vivienda y el microcrédito (10%). El bajo dinamismo en estas dos modalidades de crédito es una oportunidad para mejorar los niveles de profundización del sistema que, de ser aprovechada, generaría combustible para movilizar la locomotora de vivienda del Gobierno actual y la creación de empleo por parte de los microempresarios.
Por un lado, más facilidades a la hora de adquirir vivienda sería la clave para suscitar un aumento en la demanda por este bien, lo cual jalonaría el sector de la construcción y crearía empleo.
Al respecto, con el Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo el Gobierno pretende establecer una alianza con el sector financiero a fin de reducir las tasas del crédito hipotecario al 7% (para el 2012 era del 12%).
Por su parte, el incremento de préstamos dirigidos a satisfacer las necesidades de financiación de las microempresas incrementaría la canalización del fluyo de recursos productivos al sector real, pues estas, junto con las pequeñas empresas, constituyeron el 90% del tejido empresarial en el país, y aportaron el 38,7% del PIB en el 2011.
De esa forma, los microempresarios beneficiados tendrían las herramientas necesarias para ser más competitivos y lograr permanecer en el mercado, además de que sus familias ampliarían sus posibilidades de invertir en activos de largo plazo, como educación y vivienda.
En ese sentido, la tarea de velar por un desarrollo adecuado del sector financiero cobra un valor importante para la economía en general. Igualmente, las estrategias encaminadas a aumentar los índices de bancarización deben seguir siendo cruciales para lograr que todos los colombianos tengan acceso y se beneficien de las bondades del sistema financiero.
Ricardo Rojas Parra
Economista - Profesor universitario