Cartacachaco, sí. Eso digo cuando me preguntan de dónde soy. Y explico: Cachaco de nacimiento, cartagenero de corazón. Muchos se ríen, otros callan con cara de incredulidad y, seguramente, algunos pensarán que soy un atrevido.
Pero a mí no me importa. Lo digo de corazón y con toda convicción, a pesar de que es inocultable mi origen cundi boyacense del cual estoy orgulloso. El hogar lo llevamos dentro y lo instalamos donde queremos.
Me gusta la manera de ser del cartagenero: descomplicado, cariñoso, exagerado, grandilocuente. Manotea y es ruidoso. Todos llevan un historiador dentro. Hablan con la certeza del que todo lo sabe. En un restaurante no es raro escuchar a viva voz: “Primo, flaco, brother.” Es un comensal llamando a un mesero. Se tratan así por cariño,
Tienen otra característica y es que son recursivos. Se preocupan por solucionar lo que pueden y lo que no.
Y lo otro es Cartagena. Una ciudad llena de magia. Se puede recorrer cada día descubriendo siempre algo nuevo. En mi libro titulado “Una Camino hacia la Libertad Interior” esto escribí: “Fue el símbolo del poderío del reino de España en América, manifestado en el castillo de San Felipe de Barajas, la mayor construcción militar de toda la colonia, y la ciudad amurallada, por donde se organizó todo el saqueo del oro y las riquezas del continente. También fue mercado de esclavos africanos y sede de la inquisición católica. De las cenizas de ese horror y sufrimiento (…) Cartagena de Indias es hoy una ciudad romántica y apacible. Si antes la energía de Cartagena era la de la guerra y el miedo, hoy es la del amor”.
Pero hay que trabajar por superar los inmensos problemas sociales y económicos que hoy tiene Cartagena. Hay gente que lo hace y hay grandes e importantes proyectos empresariales y culturales en curso, y fundaciones excelentes comprometidas. Pero hay que hacer mas. La pobreza sigue creciendo.
Cartagena es una ciudad generosa. Está acostumbrada a recibir personas de todo el país y de muchos otros. Es una ciudad universitaria y lo podría ser más. Podría convertirse en la ciudad de los estudiantes. Es un lugar de encuentro entre colombianos y con extranjeros. Es una de sus fortalezas. Es nuestra torre de babel, parte central de nuestro orgullo nacional.
Hay que construir una visión de futuro de Cartagena incluyente, joven, empresarial, turística, cultural. Estos son algunos temas: superar la marginalidad y la pobreza de la mayoría de la población; saneamiento de aguas, alcantarillado y basuras; turismo respetuoso, cultural y ecológico que no sea depredador ni saqueador; tener el mejor centro histórico del mundo; ciudad universitaria y joven de Colombia; desarrollo empresarial y urbano de primer nivel.
Cartagena nos ha regalado cosas muy valiosas y hoy necesita que le devolvamos. Requiere de nuestra generosidad. Hay que aportar, ayudar, construir, invertir, dar ideas innovadoras que representen cambios y devuelvan esperanza. Las necesidades son muchas y urgentes.
Ricardo Santamaría
Consultor