Sin importar las diferencias en la ideología o los programas, los candidatos de centro para la próxima campaña presidencial en Colombia, podrían comprometerse –y cumplirlo– con un pacto hecho desde el inicio de sus campañas: Participarán en una consulta popular para que solo quede un candidato que represente ese centro político, y si pierden la consulta trabajen para elegir al ganador.
De otra forma, es posible que uno de los candidatos de la polarización, de extrema derecha o izquierda, gane. No es momento de personalismos en política, sino de acción colectiva positiva.
Existen por lo menos dos claras razones para que no uno sino varias personas, hombres y mujeres, con experiencia en destacados cargos públicos y privados, nacionales e internacionales, estén considerando la posibilidad de aventurarse en una candidatura presidencial.
En primer lugar, está la pandemia del Covid 19 y sus consecuencias económicas y sociales. Manejar semejante crisis no se la podemos dejar a la improvisación. Es momento para la audacia y creatividad, con un liderazgo que una y convoque, nacido de la credibilidad de quién sea Presidente de la República. Necesitamos beneficiarnos de la experiencia de un colombiano, hombre o mujer, que haya trabajado y dado resultados liderando proyectos públicos nacionales o externos de envergadura e impacto.
En segundo lugar, estamos en un momento dramático de desprestigio y falta de credibilidad de muchos partidos y políticos tradicionales. Los principales nombres de las personas que empiezan a sonar como posibles candidatos emergentes, están por fuera de esos partidos o han salido de ellos recientemente.
Hay un crisis generalizada de la política en Colombia por corrupción, clientelismo y distancia abismal de muchos dirigentes de estos partidos con las necesidades apremiantes de la gente. Pasan más tiempo en rencillas personales sin sentido y defendiendo sus parcelas de poder, que atentos a solucionar las urgencias de las familias.
El remedio al débil liderazgo político que vive Colombia se resolverá con personas críticas y distantes de esa politiquería que se apoderó de muchas instituciones. La pandemia está poniendo las cosas en su lugar: Quién quiera segur jugando a la polarización y a inculcar el miedo del socialismo o del fascismo, como esencia de su mensaje, no será escuchado. La gente necesita empleo y una solución a sus necesidades para sostener a su familia y rehacer su empresa o negocio. Necesitamos respuestas reales y no pelar contra los molinos de viento irreales que algunos nos siguen mostrando.
Hoy suena potente el discurso del odio y el miedo, pero se desvanecerá cuando la gente se enfoque en decidir su voto y lo haga por una causa real y concreta de alguien que sea capaz de manejar la compleja situación que hoy vive Colombia. No buscaremos a un radical cuyo ego y deseo de poder superen su humilde pero efectiva capacidad de servir al país. Necesitamos un liderazgo positivo, propositivo, que genere confianza y no miedo, un liderazgo basado en soluciones y en la capacidad de impulsar causas comunes y no rencillas ideológicas. Necesitamos acción colectiva y esperanza.
Ricardo Santamaría
Analista y escritor.
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