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Ricardo Santamaría

¿Llegó la hora de la paz?

Ricardo Santamaría
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Ricardo Santamaría

Si analizamos los procesos de paz exitosos en Colombia, nos encontramos con una constante: a la hora de una negociación, lo que más pesa en los grupos guerrilleros es la convicción del jefe.

Fue lo que pasó con Carlos Pizarro del M-19; con Bernardo Gutiérrez del EPL y con los jefes indígenas del Quintín Lame. Cada uno impuso en su grupo la visión de la desmovilización.

Como sucedió hace dos décadas, hoy el escenario de la paz se está configurando en Colombia.

Tenemos un Presidente con la fuerza política para hacerlo, y en las Farc a un nuevo número uno, luego de que ‘Tirofijo’ y ‘Jacobo Arenas’ se murieran de viejos y que fueran abatidos sucesivamente ‘Jojoy’, ‘Reyes’ y ‘Cano’.

Me imagino a ‘Timochenko’ reflexionado sobre esto. Por donde lo piense, llegará al mismo punto: no hay futuro.

El tiempo de la guerrilla terminó. No hay que ser intelectual para entender esto.

Sabemos que la paz es una de las obsesiones de Santos.

El haber sido Ministro de Defensa exitoso, le da las credenciales de ‘duro’ para iniciar una negociación con la confianza del país.

Lo mismo que ha hecho con Chávez: como Jefe político encabezó la oposición al Mandatario y como Presidente se convirtió en su mejor amigo. Así son las cosas en política: desde la Presidencia prima el interés nacional, desde la política se imponen la ideología y las convicciones.

Santos cuenta en su equipo con dos hombres experimentados para iniciar los acercamientos con la guerrilla: Rafael Pardo y Frank Pearl. Ambos ministros y ambos exitosos en este campo. Pardo, como consejero de Paz, y Pearl, como jefe de la oficina de Reintegración.

El reto principal de Santos es vencer el escepticismo que hay entre los colombianos dado el fracaso del Caguán.

Lo mismo le ocurrió a Barco en 1986, cuando asumió la Presidencia luego del proceso de paz de Belisario. Al igual que Pastrana en 1998, Belisario se había jugado su mandato por un proceso de paz con todos los grupos guerrilleros. Y todo terminó dramáticamente con los sucesos del Palacio de Justicia. Pero Barco fue capaz de remontar esta situación y lograr la reconciliación con el M-19.

¿Cómo lo hizo? Haciendo las cosas con seriedad, disciplina, cero protagonismo, coordinación las Fuerzas Armadas y mucha pedagogía con la opinión pública.

El proceso de paz no puede ser un espectáculo mediático de negociadores parlanchines frente a los micrófonos. Ese es el camino al fracaso.

Se trata de acercamientos programados, confidenciales, siguiendo una estrategia de negociación sin crear expectativas en la opinión pública, con el norte claro de que si no se cumplen las condiciones fijadas por el Gobierno, la negociación se interrumpe.

Si hay un cese unilateral de fuego por parte de la guerrilla, hay voluntad de paz.

El objetivo es crear las condiciones para la desmovilización y desarme de la guerrilla. Esto debe ser explícito. Si los jefes guerrilleros no lo aceptan, no hay proceso.

Y cuando haya resultados, comunicarlos con moderación. Pardo y Pearl son perfectos para esto. Y Santos también, si deja de pelear con Uribe.

Ricardo Santamaría

Politólogo – Periodista

ricardo.santamaria@fticonsulting.com

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