Los colombianos debemos construir una nueva agenda legislativa post pandemia. El mundo y las prioridades serán otras. Tenemos la oportunidad de repensar muchas actividades –el turismo por ejemplo–, aprendiendo de los errores del pasado y haciéndolo distinto.
La próxima campaña electoral de 2022 debe ser el escenario de nuevas ideas. Hay que trabajar en varios frentes claves. Primero, las medidas, políticas y ayudas para personas y empresas que impulsen la reactivación económica y el progreso.
Vamos hacia un Estado mas grande e intervencionista y ello requiere muchos controles para evitar el populismo y el autoritarismo.
Segundo, hay que meterle las variables protección del medio ambiente y sostenibilidad a todas las políticas públicas y privadas que se impulsen. El cuidado de la naturaleza debe tener el lugar de primera importancia que requiere.
Como sociedad y como humanidad no podemos seguir evadiendo esta responsabilidad. Esta será una tarea titánica y revolucionaria que debe cambiar para siempre nuestra relación con el planeta y el consumo desenfrenado que nos tiene al borde del abismo.
Tercero, la educación. Hace 15 días en esta columna escribí sobre la educación y hoy retomo un aparte para decir que es el momento de darle un revolcón total a la educación de los niños: “Un desafío mayor será crear una escuela donde lo esencial para los niños no sean los conocimientos, sino el valor de la solidaridad, de la cooperación, la empatía, la capacidad de ser felices por si mismos a través de conocerse, aceptarse y amarse.
“Enseñarle que el perdón libera, que no hay nada de malo en equivocarse, que los sueños pueden alcanzarse, que hay que respetar al que es diferente. Mostrarles la importancia del servicio. Una escuela de valores, no solo de conocimientos”.
Cuarto, fortalecer la paz en todos los niveles y cambiar la estrategia de la guerra contra las drogas que, reconocido mundialmente por expertos y ex presidentes de muchas naciones, no da los resultados esperados. Hay que ponerle fin a la prohibición que es lo que alimenta la violencia y el crimen.
Se trata de cambiar el paradigma: asumir la lucha contra las drogas como un asunto global de salud pública y no de seguridad de las naciones. El objetivo: que haya menos consumo en Colombia y el mundo, gracias a volcar todos los esfuerzos a la prevención y tratamiento de los adictos.
Quinto, políticas anticorrupción y de ahorro de gastos del Estado. En no pocas regiones de Colombia, algunas entidades de control se han convertido en parte del problema por cuenta de las castas políticas que gobiernan y al mismo tiempo controlan el gasto. Hay que romper esos círculos viciosos y que esas entidades sean independientes.
Reducir el Senado y la Cámara de Representantes de manera importante. Esto nos ahorraría importantes recursos que podrían destinarse a lo más urgente. Hay que hacer algo similar con los concejos municipales y las asambleas departamentales que, en muchos casos, son órganos ineficientes y clientelistas. También reducirlos.
Se acabó el espacio, seguimos en la siguiente.
Ricardo Santamaría
Analista e historiador.
risasa1960@gmail.com