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Ricardo Santamaría

La soledad de la guerrilla

En el futuro, las negociciones con grupos guerrilleros se darán sobre bases completamente diferentes

Ricardo Santamaría
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Ricardo Santamaría

La soledad de las Farc y el Eln es total. Atrás quedaron los años en que la diplomacia y los mensajes de los jefes de estas guerrillas llegaban por todas partes al Gobierno Nacional, a la prensa, a los congresistas; y en que eran protagonistas de la vida nacional.


Esta fue una de las reflexiones que me quedó luego de leer la información publicada esta semana en la prensa, la revelada por WikiLeaks, que da cuenta de los cables reservados que enviaba la Embajada de EE. UU. a Washington relatando conversaciones de diplomáticos de ese país con altos funcionarios del Gobierno Uribe.


Lo que se siente al leer esto es que negociar con las Farc o el Eln dejó de ser un tema de primer orden, que pocos ven la utilidad de esas conversaciones, que no se percibe viable y que de parte de los jefes guerrilleros no hay mensajes interesantes ni propuestas. Se trata de posibilidades que nunca se concretan, donde aparece un contacto de los ilegales, que ni trae ni lleva iniciativas precisas ni representa a todos los jefes de las Farc.


Esto es evidencia de algo que ya sabemos: tanto en las Farc como en el Eln no hay unidad de mando, hay grupos y jefes dispersos que no se hablan y no coordinan; y también, que en el fondo no hay nada que negociar. Por lo menos nada de carácter político. En la guerrilla no hay ideas ni proyecto. Y en el Gobierno hay una sola posición: hablamos del desarme, la desmovilización y la reintegración. Una negociación donde se pone de presente que los grupos guerrilleros actuales, Farc y Eln, ya no representan a nadie, distinto de ellos mismos y que, políticamente hablando, perdieron toda legitimidad por el terrorismo y el narcotráfico. De ahí su soledad y la ausencia de aliados.
 

 

Dicho lo anterior, ello no quiere decir que en el futuro no pueda darse una negociación con estos grupos guerrilleros, pero será sobre bases completamente diferentes a las que hasta hoy conocemos. Primero, será una paz parcela: por frentes, en el caso de las Farc, ya que mando unificado no existe. Segundo, no tendrá temas políticos de por medio: nada de asambleas constituyentes ni nada que se le parezca. Esa oportunidad de oro, que hace 20 años tuvieron las Farc y el Eln, y que la desecharon dando gala de miopía política, hoy no existe.


Y tercero, pondrá de presente otra vez en el debate nacional, la pobreza y marginalidad de muchas zonas rurales del país. No porque ello vaya a ser un tema de negociación, sino porque quedará a la vista de todos esta realidad. La negociación será sobre los temas fijados por el Gobierno, empezando por el marco que ella tendrá: una negociación cuyo fin primordial es que la guerrilla deje de ser guerrilla, se desarme y desmovilice, y que previamente suspenda su accionar y entregue a todos los secuestrados en su poder.


En realidad esto ya está ocurriendo de manera sistemática y silenciosa con la desmovilización de guerrilleros, que todos los días se entregan y entran a formar parte del Programa de Reintegración. Es un proceso de paz real que no produce titulares de prensa, pero que está ocurriendo. El que se dé en el futuro con la guerrilla, será un diálogo y una negociación inédita. Pero ocurrirá.

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