La pandemia ha sido una experiencia compleja y también llena de sorpresas. Seguramente si nos hubieran dicho hace algún tiempo que teníamos que encerrarnos en nuestras casas durante cuatro meses, o que muchas empresas tenían que movilizar toda su operación al teletrabajo, o que El Dorado, el principal centro de conexiones aéreas del país, tendría que cerrarse por todo este tiempo hubiéramos pensado que eso era algo impensable.
Lo hemos logrado, sin embargo, y hemos descubierto que hay muchas otras formas, algunas mas sencillas, para hacer las cosas. Es decir, que la mayoría de la población ha entendido la seriedad de lo que está pasando y ha actuado de manera sensata y responsable.
Por ello es incomprensible que sean muchos dirigentes los que se nieguen a reconocer lo que están viendo y actúen de manera incoherente haciendo mas difícil superar los problemas que se enfrentan. Hay casos extremos que serán juzgados por la historia como el de Trump, Bolsonaro, o López Obrador en México que, de manera deliberada, han incrementado los riesgos en sus países de manera inaudita.
Lo vivido en estos meses y los resultados que se observan han evidenciado la importancia de lograr el balance entre salud y economía y lo perjudicial que resulta priorizar solo uno de ellas.
En Colombia, aunque en términos generales se ha actuado acertadamente, no dejan de ser muy preocupantes las contradicciones que se observa. ¿Como puede, por ejemplo, la alcaldesa de Bogotá pedir de nuevo una cuarentena total cuando los niveles de desempleo llegan a los niveles registrados? Ella ha tenido un liderazgo importante y en su momento ayudó a que se actuara con la prontitud que se requería, pero se niega a aceptar que la pandemia va para largo y que los cierres radicales no son hoy una opción.
Tampoco se entiende la actitud del gobierno insistiendo en el famoso día sin IVA. Con el problema fiscal que se está gestando qué sentido tiene que se hagan sacrificios como el de este mecanismo, que en el primer día significó menores recaudos del orden del billón de pesos, para que se compraran electrodomésticos, videojuegos y otros tantos productos importados que además del riesgo sanitario poco significan para una reactivación de la economía. Muy posiblemente, además, contribuyó de manera negativa a que los compradores hayan terminado endeudados a las tasas mas altas ya que usaron para las compras sus tarjetas de crédito.
Y qué decir de congresistas que se enorgullecen por mostrar como grandes logros leyes como la declaración del "Yipao" como patrimonio cultural, o la declaración de Buga como Ciudad Señora de Colombia, en lugar de preocuparse por hacer el control político al alud de normas que el gobierno ha sacado en virtud de la emergencia.
El "gran debate" fue en cambio el de la cadena perpetua para los violadores de niños que terminó favoreciendo a los que están condenados por la posibilidad de reducir la condena y que con los niveles de impunidad vigentes termina siendo algo totalmente simbólico.
No nos libramos tampoco en Colombia de actitudes incomprensibles de nuestros gobernantes