Así le cantó Petronio Álvarez a su ciudad natal por allá en los años treinta, en un ritmo de currulao que convirtió esta canción en un símbolo de la ciudad y en una de las pocas referencias que los colombianos del interior tienen de ese ignorado Pacífico colombiano.
Es lamentable que solo en situaciones de crisis el país se acuerde de lo que debería ser un verdadero polo de desarrollo, no solo nacional sino de la región. En estos tiempos de locura “madurista” cualquier cosa con Venezuela se queda solo en especulaciones, pero, a más largo plazo, incluso para ese país el puerto debería ser una buena opción de salida al Pacífico.
Sobra recordar la importancia que tiene el oriente en el comercio mundial de los años por venir y por ello tener salida a esta inmensa cuenca es una ventaja comparativa para quienes forman parte de ella y, a pesar de los tropiezos por cuenta de las ideas creativas del señor Trump, el Pacífico será una zona de relevancia económica y política cada vez mayor en este siglo. De una u otra forma, el agro está llamado a ocupar el lugar que le corresponde en la Colombia de los próximos años y mucho de su potencial tendrá que ver con las posibilidades de atender los mercados del Pacífico. Ni se diga por el lado de las importaciones de productos como vehículos y maquinaria, que tienen en el Asia muchos de sus principales proveedores.
Contra viento y marea, varias empresas del sector portuario, fundamentalmente, han emprendido iniciativas importantes en el puerto y esto ha significado desarrollos complementarios incipientes en temas como la hotelería. No obstante, las condiciones de la ciudad distan mucho de ofrecer el nivel mínimo que le permitiera convertirse en un verdadero polo de desarrollo. Buenaventura siempre ha sufrido por su cercanía con Cali pues, como algunos dicen, siempre se ha visto a Buenaventura como el muelle y a Cali como el puerto. Pero eso es tampoco es cierto, ya que la capital del Valle ha estado a espaldas de su mar vecino.
A paso lento, pero ya se ven señales de poder contar con una carretera decente entre las dos ciudades y el desarrollo de infraestructura vial en el resto del país hará que cada vez sea más evidente la necesidad de poner atención a Buenaventura. Es fundamental, sin embargo, tomar conciencia de que los problemas son inmensos, las necesidades apremiantes y mucho el tiempo que se requiere para adelantar las acciones que se necesitan, así se contara con un dinero que tampoco aparece.
El problema central, no obstante, no es de recursos, sino de falta de voluntad política nacional y regional para asumir plenamente el reto que supone mirar al Pacífico como una gran posibilidad y entender que los líos de Buenaventura no son solo de ella sino de la región y la nación. Es cierto que los problemas de corrupción, de violencia y de abandono son un gran lastre, pero no pueden ser la disculpa para olvidar que “también somos Pacífico”.
‘Bello puerto del mar, mi Buenaventura’
A paso lento, pero ya se ven señales de poder contar con una carretera decente entre las dos ciudades y el desarrollo de infraestructura vial.
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