En diversas ocasiones he dedicado esta columna a expresar preocupación por lo que ocurre en Estados Unidos; no solo por sus repercusiones en esa sociedad sino por sus implicaciones para el mundo. Ese país ha sido el referente del sistema democrático occidental y el soporte del orden internacional que surgió desde la post guerra en la mitad del siglo pasado. Modelo este que ha permitido a la humanidad un período de progreso material y de relaciones pacíficas entre las naciones como nunca se había visto.
El sentido imperial que ha mostrado ese país en muchos momentos ha causado rechazo e inconformidades, pero también es cierto ha mostrado la visión global y de largo plazo que permitió a la dirigencia norteamericana alcanzar el predominio y la influencia que ha marcado el destino del mundo en los últimos setenta años. La aparición del Tea Party hace unos 10 años con posiciones fundamentalistas y de extrema derecha, representado por personas que ocupaban importantes posiciones de gobierno ya era un síntoma muy preocupante. Si a eso se le suma la presencia de grupos religiosos cada vez mas organizados y activos en la política electoral el resultado no deja de sorprender en estas épocas de gran desarrollo tecnológico. Nos encontramos entonces con discusiones entre el “evolucionismo” y el “creacionismo” que más parecen discusiones de la época de la Ilustración. Ha venido creciendo en algunos el escepticismo frente a la ciencia y sustentan sus argumentos en posiciones de fe. Nos encontramos entonces, por ejemplo, frente a grupos presumiblemente educados que rechazan de manera indiscriminada las vacunas.
Todo ese tipo de corrientes han encontrado su “Mesías” en Trump que rechaza la ciencia, atropella la libertad de expresión, desprecia a los medios que no lo cuestionan y mira con buenos ojos las repudiables actitudes de racismo que se ven por muchos lados. Este señor entonces no solo está empeñado en destruir la Institucionalidad Internacional con su “América Primero”, sino que golpea elementos centrales del sistema democrático norteamericano.
El caso de Floyd “rebosó la copa”, pero es solo uno mas de una serie de eventos que estaban contribuyendo a crear ese profundo descontento. Los videos que se han visto por estos días sobre la brutalidad policial en muchos lugares y, a su vez, las imágenes de muchos uniformados de rodillas pidiendo perdón por lo que hacen sus colegas son dicientes de la confusión en que se encuentran. La ira que se ha visto en las calles a lo largo y ancho del país muestra que esto es algo de mucho mas fondo que la protesta por un caso aislado.
En fin, si algo es claro es que Trump está contribuyendo de manera grave a la fractura de esa sociedad mientras que el papel que debería tener como cualquier gobernante es el de unificar al país. Los americanos tienen su destino en sus manos en las elecciones de noviembre. Si no logran reaccionar vendrán tiempo muy oscuros para ellos y para el mundo
PD: Lamentable el episodio de Asocaña que deja solo efectos negativos para todos.