De acuerdo con las noticias de la semana pasada, el tema de Uber será manejado directamente por Germán Vargas Lleras. Buena noticia, por cuanto el Vicepresidente ha demostrado ser un gran ejecutor y tiene el carácter para lidiar con los ‘capos’ de las empresas de taxis. Mala noticia, sin embargo, porque pone de presente la incapacidad del resto del gobierno y, en particular, del Ministerio de Transporte para dar solución a algo que desde hace tiempo debería estar regulado y funcionando sin tropiezos. Es insólito que funcionarios de esa entidad salieran con propuestas tan absurdas como las de bloquear la aplicación digital. Posiciones tan tontas como esas solo muestran su carencia para entender que el mundo cambió y que hay que adaptarse a las nuevas realidades que plantea el cambio tecnológico, o muestra la capacidad de presión, e incluso de chantaje, de quienes han manejado a su antojo algo tan importante para el ciudadano como el transporte público, en un país en el que es imprescindible cambiar del carro individual a las diferentes opciones de transporte público, si queremos tener alguna posibilidad de movilizarnos.
Resulta verdaderamente reprochable que los voceros de los grandes propietarios de las empresas de taxis amenacen con nuevos paros y confundan la opinión con argumentos equívocos y trasnochados. Les guste o no a estos señores, los cambios tecnológicos se imponen, y así como se transformó la industria de la música, o la de la producción y distribución de libros, o la actividad de las agencias de viajes, por solo mencionar algunos casos, el transporte público individual se va a modificar. Remar contra la corriente les puede dar algún tiempo adicional, pero el ruido que hacen los taxistas tradicionales solo está promoviendo estas nuevas alternativas, que hasta hace poco eran muy desconocidas y, gracias a las protestas, hoy son utilizadas y apreciadas por mucha más gente que ha descubierto un servicio mucho mejor para el consumidor, que, además, tiene la posibilidad de elegir entre usar el servicio tradicional o pagar un poco más por uno de mejor calidad.
Desafortunadamente, los precedentes que se sentaron con los paros agrarios de hace un par de años fueron muy costosos para el país y para el Gobierno, pues a base de presión y, en muchos casos, de chantaje, quienes protestaban consiguieron mucho más de lo que estaba el Gobierno dispuesto a entregar a quienes representaban las organizaciones formales y defendían las vías institucionales en lugar de las vías de hecho. Con este tema de Uber, el Gobierno tendrá otra prueba de fuego ante las amenazas de paros.
Vargas Lleras, por su parte, tendrá una oportunidad para ayudar de manera sustancial al Gobierno en evitar nuevas perturbaciones, sin quitarle opciones al usuario, así como para mostrar que tiene las condiciones para enfrentar y liderar situaciones complejas, y que con mano firme puede poner el ‘tate quieto’ a algunas personas que, por años, vienen manejando el sector de los taxis a su antojo. Lo que aquí se juega, entonces, es mucho más que el tema de Uber, y ojalá pueda manejarlo con éxito.
Ricardo Villaveces P.
Consultor privado
rvillavecesp@gmail.com