Desde su creación en 1927, la Federación Nacional de Cafeteros, organismo representativo de los caficultores colombianos, solicitó al Gobierno y al Congreso de la República el establecimiento de un impuesto sobre las exportaciones del grano para la defensa de la industria y el bienestar de los caficultores, mediante diversos mecanismos de acción gremial.
En 1940 se creó el Fondo Nacional del Café como un mecanismo financiero del Gobierno manejado por la Federación Nacional de Cafeteros para cumplir con el mecanismo de cuotas establecido por el Pacto Interamericano del Café y cumplir con las obligaciones de almacenamiento del grano que este establecía. En 1958 se aprobó la retención cafetera como una obligación del volumen de café que el exportador debería entregar a título gratuito al Fondo Nacional del Café para cumplir con el almacenamiento de café requerido para obedecer con las cuotas exigidas por el Convenio Internacional entonces vigente. De lo anterior se concluye que desde 1927 y hasta 1989, cuando se abandonó el sistema de cuotas, la política cafetera fue de plena cooperación entre el Gobierno, Congreso, productores y exportadores para estabilizar los precios externos mediante los mecanismos de acuerdos internacionales de cuotas de exportación, a través de esfuerzos financieros conjuntos de Gobierno y gremio.
Desde entonces, los caficultores y la Federación tuvieron que adaptarse para competir en el mercado libre y a las fluctuaciones de los precios en el mercado mundial del grano. Ante la caída súbita de los precios internacionales del café, hacia fines del siglo XX e inicios del actual, los cafeteros en las administraciones Pastrana Arango, Uribe Vélez y Santos Calderón recurrieron a solicitar apoyos presupuestales del Gobierno bajo diferentes modalidades para el sostenimiento del precio interno de compra del café a los niveles mínimos para garantizar que se cubrían lo que, a su juicio, eran los costos de producción del grano y para renovar los cafetales. En el libro conmemorativo del aniversario 90 de la Federación, el actual Gerente de la organización destaca que los grandes pilares del gremio son los de incrementar la productividad en finca y la calidad del producto, la formalización laboral, sostenibilidad ambiental y fortalecimiento gremial. Con ello, se busca el robustecimiento de la industria cafetera mediante la eficiencia económica y encontrar de esta manera unos menores costos de producción y enfrentar así los bajos precios internacionales del grano.
Con todo, las aspiraciones del gremio de autosostenerse no han sido suficientes. En los meses recientes han vuelto a recurrir al gobierno de Duque, que se comprometió a dar un apoyo de 30.000 pesos por carga hasta por un monto total presupuestal de doscientos tres mil millones de pesos, dada la restricción presupuestal del país. Si bien el Gobierno debe apoyar a los cafeteros en periodo de crisis, también los debe obligar, como contraprestación, a hacer ahorros en periodos de bonanza como lo hicieron en el pasado durante los periodos de las cuotas. No se debe recurrir solo a privatizar las ganancias en periodos de bonanza y socializar las perdidas en periodos de crisis como se viene haciendo desde finales de siglo.