Los precios del petróleo del último mes (US$45 por barril WTI) no son sostenibles. Han caído muy por debajo del costo marginal del crudo de largo plazo. No pagan ni petróleo del Ártico (Shell se retiró el mes pasado), ni nuevos proyectos en arenas petrolíferas del Canadá, o en crudo pesado de los Llanos colombianos. Además, se contrae la búsqueda de petróleo de esquistos e, inexorablemente, todos los años salen de producción 5’500,000 de barriles diarios por agotamiento de los campos tradicionales en explotación.
La evidencia está ya a la vista. El mercado se estabiliza y lo que era superabundancia se ha ido reduciendo a un moderado desequilibrio entre la oferta y la demanda. Sin capacidad excedente, que sirva de colchón, es seguro que la severa reducción de los presupuestos de inversión conducirá a aumentos de precios drásticos, más temprano que tarde.
Es solo cuestión de tiempo antes de que la oferta de crudo refleje el daño inducido por el colapso de los precios. Wood Mackenzie estima que, a hoy, el total de los proyectos pospuestos o cancelados en el mundo vale US$220 billones. El total de inversiones en peligro, a los precios del mes pasado, es de US$1,5 trillones. Se está mucho más cerca de una disparada en la cotización del petróleo, que del alarmista US$20 por barril, insinuado hace poco por Goldman Sachs.
Subsisten, empero, temores. El petróleo de las rocas impermeables parece resistirse a la capitulación deseada por Arabia Saudita. Productividad de los taladros ha amortiguado la caída (ya en rendimientos decrecientes). Pero después de un alto en el mes de julio, el número de taladros activos ha seguido disminuyendo. La producción de Estados Unidos ha descendido sin pausa durante los últimos ocho meses. La AIE prevé un millón de barriles de esquistos menos para el 2016 (el 25% de la producción incremental de EE. UU. en los últimos seis años). También ha inquietado el previsible aumento de la oferta iraní, quizá 400.00 barriles diarios en el 2016. Pero la Opep, salvo una milagrosa recuperación de Libia, no posee producción en reserva, está bombeando al máximo. Y existen graves amenazas sobre la sostenibilidad de la oferta de Venezuela, Nigeria e Irak.
La demanda de crudo, por su parte, ha sido robusta este año. En los primeros seis meses del 2015, ha aumentado un excepcional 3,3 % (2’600.000 de barriles diarios) con respecto a los seis primeros meses año anterior. El dato anual histórico de crecimiento de la demanda en los últimos 20 años es 1’400.000 por día. La reacción a la caída de los precios ha sido rápida e intensa. Habrá que ver qué pasa en el segundo semestre, pero se conoce, por ejemplo, que a pesar de la disminución en su tasa de crecimiento, en China el consumo de derivados del petróleo ha continuado aumentando, por el solo ingreso de cada vez más gente a los circuitos de consumo.
Don Sancho Jimeno, en 1697 consideraba inevitable el arribo de los piratas, que observaba desde su atalaya en Bocachica. No se atrevía, sin embargo, a pronosticar cuánto demorarían en llegar. Eso dependía de la velocidad y dirección de los vientos. Los precios del petróleo tendrán que subir lo suficiente para erosionar la demanda y detener y reversar el colapso de las inversiones.
Dada la experiencia reciente y la visión de largo plazo en un mundo hostil a los combustibles fósiles, es aventurado especular sobre cuál será el precio necesario y durante cuánto tiempo tendrá que regir. Son tiempos interesantes, como los que el chino deseaba para sus amigos.
Rodolfo Segovia
Exministro - Historiador
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