Colombia agradece a sus deportistas, a los muchachos de Brasil, por supuesto, pero también a Quintana, Urán, Ibargüen, Pajoy, la contribución a limar complejos de inferioridad. Según la expresión popular: levantan la moral. Contribuyen a que el país crea en sí mismo. Otro muy buen atleta colombiano que sobresale, aunque poco aparece en el radar, es el cartagenero Julio Teherán Pinto. Se distingue en las Grandes Ligas con los Bravos de Atlanta.
Don Sancho Jimeno de Orozco, que bateó castañas con ramas de pino en su nativa Vizcaya antes de residenciarse en Cartagena de Indias y defenderla con denuedo en 1697, sabía lo que era un buen lanzador. Y tanto sobresale Teherán que fue seleccionado para participar en el Juego de la Estrellas, máximo honor que no había obtenido hasta ahora sino Edgar Rentería. La élite del béisbol se reunió en Minneápolis el martes pasado y allí estaba Julio, con el equipo de la Liga Nacional. Los numeritos, que son la esencia de la medición efectiva del rendimiento, lo dicen todo.
El guarismo más importante para un pitcher son las carreras limpias (restando las anotadas por errores de campo) por cada nueve episodios en el montículo (ERA). Julio, transcurrido el 60 por ciento de la temporada, está, con 2,71, entre los primeros cinco de más de 50 lanzadores de la Liga Nacional. Muy notable para un pitcher de 23 años, apenas en su segundo año de la Gran Carpa (como llaman a las Mayores).
Los otros indicadores de Teherán son también excepcionales. Ha ganado nueve juegos en lo que va del año, lo que lo proyecta a ganar 15 o más en la temporada, cifra que lo situará entre los mejores. Y lleva camino de lanzar por lo menos 230 episodios, cuota brillante y muy apreciada para un abridor, que alivia la tarea de los lanzadores de relevo. Es, además, muy bueno con el guante. Cubre bien su terreno y no ha cometido errores en dos años (40 juegos). Lanza bien duro. Su recta sube con facilidad a unas respetables 95 millas por hora.
Los Bravos de Atlanta creen en la durabilidad de Julio. Le ayuda un físico impresionante: 1.85 de estatura y 200 libras de peso. Teherán firmó por 32,4 millones de dólares por seis años (2014-2019) y con una opción para el club en el 2020 por otros 12 millones. Los Bravos consideran que a los 30 años será un jugador muy cotizado. Adquirieron a Teherán en Cartagena como agente libre amateur a los 16 años (2007) por un bono de 450 mil dólares. No había garantías. Pasó 5 años en las Ligas Menores, donde se distinguió por su ética de trabajo, compañerismo y voluntad de aprender el oficio. En el 2013 se abrió por lesión un cupo entre los abridores de los Bravos y ascendió. Su buen desempeño (14 juegos ganados, 8 perdidos) le hizo acreedor al jugoso contrato actual.
En términos de remuneración, Julio Teherán supera a casi todos los colombianos que compiten en el exterior. Si el rendimiento de un profesional se mide en plata blanca, está en la liga de Falcao y James, o en la de un superdotado como Nairo Quintana. Sigue los pasos de Edgar Rentería y Orlando Ramírez, ganadores de series mundiales. La carrera de un jugador de béisbol es generalmente más larga que la de futbolistas o ciclistas. Los lanzadores, en particular, salvo lesiones de codo y hombros (no infrecuentes), se cotizan como los vinos: la edad y la experiencia los hacen más valiosos. Entre estos está en capilla el arjonero José Guillermo Quintana, de 25 años, quien está teniendo un buen desempeño (3.52 ERA) con los Medias Blancas de Chicago. Los otros deportistas van a darle a Colombia todavía más satisfacciones.
Rodolfo Segovia
Exministro - Historiador