La transformación que generan las redes sociales y el impacto que tienen tanto en el proceso de movilización de gentes como en el devenir de lo político, es comparable al efecto que tuvo la creación de la imprenta.
Este último invento, hay que recordar, hizo posible la revolución protestante en Europa. Ahora, sin embargo, avanzamos a una velocidad aún mayor. Es de las redes sociales (que no de las convenciones partidistas) donde emergen los principios que históricamente evolucionaban en las reuniones de los movimientos políticos.
Los “Libros Rojos” y los “White Papers” no tienen efecto directo en la evolución del sentimiento político que hoy se inspira en “hashtags” y se convoca por teléfonos inteligentes que organizan y difunden sus mensajes.
Lo anterior abre la posibilidad, como se ha visto en algunas de las movilizaciones públicas (como la reciente en Chile) de catalizar movimientos sin líderes visibles. Al no tenerlos, se hace más difícil el manejo de las manifestaciones y dificulta cualquier acercamiento y negociación, dado que existe la posibilidad de que no haya una causa única que las una. Como dice Robert Funk, politólogo de la Universidad de Chile: “Todos tenemos quejas reales. Si el mensaje se dirige correctamente, se pueden unir todas esas quejas en una sola causa o movimiento”.
La red acelera los movimientos de protesta, difunde sus mensajes puntualizando molestias y quejas con el agravante de que pueden basarse en conflictos que se manifiestan en otras geografías, haciendo causa común con ellos.
Tenemos que aceptar que esto que se ha venido viviendo en el mundo de tiempo atrás: Trump, Johnson, Hong Kong, Wall Street, Beirut, Chalecos Amarillos, Brexit, Chile y Ecuador por mencionar los que se me vienen a la cabeza. No es un fenómeno pasajero, sino el augurio de una nueva forma de hacer política.
La verdad es que, sin dramatizar, se viene un nuevo orden mundial. Colombia no va a ser la excepción. La pérdida de vigencia de los partidos políticos pareciera ser estructural y no coyuntural, con la consecuencia de que va a requerirse un mayor nivel de diálogo y debate entre partícipes con ideas que contrastan, pues es un requisito indispensable para formar coaliciones, que es la forma futura de gobierno.
A pesar de que las “segundas vueltas” dirimirán posiciones ejecutivas como la Presidencia de la República, la Alcaldía de Bogotá y posiblemente poco a poco más alcaldías y quizás gobernaciones, los cuerpos colegiados requerirán formar bloques que concilien aproximaciones diferentes, pues de otra manera será imposible avanzar en la confección de la legislación.
Canalizar las protestas estudiantiles y evitar el “desmadre” de estas en vandalismo y asonadas es el desafío inmediato que se le presenta al presidente Duque. Tendrá que encontrar una forma distinta de reacción que la que tuvo Piñera en Chile, donde escalar el enfrentamiento y presentar la represión como una guerra fracasó.
No es fácil prevenir un fenómeno como este. Para comenzar, se requiere aceptar que la protesta tiene un trasfondo legítimo.
Salomón Kassin Tesone
Banquero de inversión
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