Mientras todos los programas de radio expresan su asombro por la patanería de los indígenas, por el desplante al presidente Iván Duque, ellos, los mingueros, se ríen y siguen adelante con su cuidadosamente urdido plan: avanzar en la proclamación de Estado soberano del Cauca.
Estos no son los indios pirulines de Piero, ni cantan su ‘aca, ucu, iqui’. Son el instrumento útil de varias bandas narcotraficantes que pretenden crear un territorio autónomo, que sea reconocido por republiquetas como Nicaragua, Cuba, Osetia del Sur, y otras de similar pelambre, coordinadas desde Moscú, desde donde se quiere imponer el neocolonialismo de Putin. El mismo con el que invadió a Crimea. El mismo con el que tiene a Siria en su bolsillo, para tener salida al Mediterráneo. El mismo que tiene de rodillas a Maduro, para robar todos los recursos naturales del vecino. El mismo de Donbáss, donde han muerto más de 65.000 civiles a manos rusas en el este de Ucrania.
El primer paso es lograr la cesión de más tierras (¿recuerdan que piden más hectáreas que ni siquiera cultivan?) para obtener el dominio territorial de la región. Poseen ya más del 40 por ciento del departamento y, de obtener las 40.000 hectáreas adicionales que piden, tendrían más de la mitad del Cauca, con lo cual podrían alegar dicho dominio.
Y piden más recursos del presupuesto, para demostrar autonomía económica. Gastan y gastan sin que se sepa en qué, y no reportan ni responden ante ningún organismo de control. Este segundo elemento les daría espacio para pedir reconocimiento internacional como territorio autónomo.
Con ello, los ‘indígenas’ del Cauca terminarían proclamando una república, como cualquier vulgar catalán, prófugo en Bruselas, ciudad que es hoy el asiento de criminales como Rafael Correa, el golpista gerundí Carles Puigdemont, y varios exconsejeros de su govern.
Permitir que prospere esta protesta narco, dejando que el mundo crea que están siendo atropellados unos inocentes y pacíficos aborígenes, es claudicar ante la realidad de que el trasfondo del asunto es la importancia estratégica del Cauca como corredor hacia el Pacífico. Las bandas criminales, otrora lideradas por el ex-narcoterrorista y hoy honorable senador Pablo Catatumbo, necesitan este territorio, libre de Fuerza Pública y disfrazado de taller de artesanías y de cultivo de papas, para convertirse en un narcoestado, reconocido, protegido y amparado por la comunidad internacional.
No puede nuestra Cancillería bajar la guardia en denunciar los oscuros planes de la mafia. No puede el Ejército nacional dejar de hacer presencia en el Cauca ni dejar de erradicar la coca. No puede el Gobierno vacilar en imponer autoridad en la región (y en todo el país). No pueden los servicios de inteligencia quitar el ojo al proceso electoral de octubre, pues en ese momento los ‘independistas’ harán lo posible, y por cualquier vía, para apoderarse del mayor número de alcaldías y concejos municipales. Sería conveniente preguntarle a Gustavo Petro qué les está prometiendo.
Lo que está en juego en el Cauca no es menos que la integridad territorial y la supervivencia de la democracia. Iván Duque es el presidente que más votos ha obtenido en toda la historia del país. No deben ser 15.000 ciudadanos los que le dicten su agenda de gobierno.