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Sergio Calderón Acevedo
Columnista

Francotirador

Miles de colombianos no han entendido que el “francovid-19” es mortal y que, si les dispara, llevarán las balas a su casa. 

Sergio Calderón Acevedo
POR:
Sergio Calderón Acevedo
marzo 30 de 2020
2020-03-30 10:55 p. m.
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El 5 de abril de 1992 comenzó el sitio a Sarajevo, la capital de Bosnia- Herzegovina, el cruce de caminos de los grandes imperios durante varios siglos. Duró 1.425 días, durante los cuales los milicianos serbios, dirigidos por un carnicero llamado Ratko Mladi?, y por los genocidas Radovan Karadži? y Slobodan Miloševi?. Los dos primeros fueron condenados a cadena perpetua en el Tribunal Penal Internacional, y el tercero falleció en la celda en la cual aguardaba sentencia en La Haya.

En una acción que seguramente envidiaron los farianos, cercaron desde los cerros tutelares a la ciudad y decretaron el aislamiento de toda la población. Al retirarse, el 29 de febrero de 1996, habían asesinado a más de 12 mil sarajevitas, y herido a más de 50.000 (la décima parte de la población), por fuego de mortero y balas de fusil.

Este acto criminal está dramáticamente documentado por varios escritores y fotógrafos, entre ellos Zoran Filipovi? (Un año en el infierno), un testimonio gráfico lleno de ataúdes, destrucción y hacinamiento. Y niños sin infancia, muchos niños, que hoy rondan los 40.

La más famosa es Zlata Filipovi? (El diario de Zlata, la vida de una niña en Sarajevo). En un pequeño apartamento, compartía vida con sus padres, Alica y Malik, y con Cici y Cicko, su gato adoptado y su canario.

El 2 de septiembre de 1991, con 10 años, iniciaba quinto primaria y la primera nota de su diario era de felicidad y optimismo, porque vería a sus amigos y tomaría sus lecciones de piano y solfeggio. Pero pronto empezó el drama porque la guerra había llegado a Croacia y a Eslovenia, por lo cual su padre había sido convocado a la reserva de la policía bosnia.

Lo que sigue, hasta que logró ser sacada hacia París, en 1993, es el crudo relato del holocausto infligido por los serbo-bosnios. El 5 de julio escribe: “no recuerdo cuándo fue la última vez que salí de casa. Debió ser hace casi dos meses”. Y es que salir a la calle era ser blanco de los cobardes francotiradores, como los que usa la guerrilla contra nuestros soldados en Colombia. E ir a la plaza de mercado era exponerse a ser uno de los 105 muertos o más de 300 heridos por los dos criminales bombardeos al Merkale, del centro, el 5 de febrero de 1994 y el 28 de agosto de 1995.

Los francotiradores se ensañaron especialmente en las calles Zmaja od Bosne y la Meša Selimovi?, como decir la Séptima en Bogotá o Colombia en Medellín. Con total estoicismo los sarajevitas aguantaron una noche de casi cuatro años y pudieron salir a dar la bienvenida a la primavera de 1996.

No podían sacar a sus mascotas ni ir al supermercado a hacer compras, actividades que en nuestro actual encierro están permitidas. Sabían que salir a la calle implicaba grandes riesgos y muerte, y aguantaron el confinamiento. Sin internet, sin celulares, en familia y con vecinos a quienes les destruían sus viviendas.

Miles de colombianos no han entendido que el “francovid-19” es mortal y que, si les dispara, llevarán las balas a su casa, donde multiplicarán las víctimas y la duración del encierro.

Sergio Calderón Acevedo
Economista

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