“Inaceptable”: así calificó la Oficina de Control Nacional de Drogas, adscrita a la Casa Blanca, los esfuerzos del gobierno colombiano en la lucha antidrogas. Es un mensaje que tiene la bendición de Donald Trump. Otro gran logro de Juan Manuel Santos, a quien le gusta comparar lo que recibió con lo que entrega: recibió 100 mil hectáreas de cultivos y un potencial de producción de cocaína de 280 toneladas anuales. Entregará más de 200 mil hectáreas y el potencial de 1.000 toneladas de cocaína. No importa qué pase en Rusia, este campeonato mundial ya lo ganamos, otra vez.
Inaceptable también es que a lo largo de los últimos ocho años, Santos haya negado esta realidad y haya insultado a todos los que develaron este secreto de Estado. En su afán por sentar a los narcotraficantes a la mesa, y luego en el Congreso, dejó de combatir la actividad, la elevó a rango de delito conexo con la rebelión, y deja como legado un mar de coca. Y unas relaciones bilaterales narcotizadas, otra vez.
Inaceptable es que Juan Manuel Santos, ante la abrumadora evidencia, en vez de su acostumbrado “la tal coca no existe”, humildemente haya respondido: “no pretenderán que acabemos el narcotráfico de la noche a la mañana”, como si no hubiera cobrado el sueldo ocho años.
Inaceptable es la renarcotización de la economía, con amañados cambios en el régimen cambiario, que permiten que ahora haya un supuesto boom de remesas, provenientes de EE. UU. y Europa, que inundan a Pereira, Medellín y el norte del Valle. Y todo escondido bajo la supuesta recuperación de esas zonas del mundo, donde la lavada de platos y baños reporten ahora más de 6.000 millones de dólares anuales, para seguir la cadena de lavadas en Colombia. El ‘pitufeo’ y los excesos de consumo suntuario están al orden del día, otra vez.
Inaceptable, hablando de la balanza cambiaria, que se siga presumiendo de flujos de inversión, cuando se sabe que la industria se marchitó por la falta de una política de competitividad y el exceso de impuestos, y se pretenda decirnos que la inversión extranjera está disparada porque llegan millones de dólares de Islas Vírgenes Británicas, Bahamas, Anguilla, Panamá y otros escondederos. Y también nos dicen que la inversión ‘extranjera’ en portafolio está disparada. No hay problema: son inversiones a la orden, que circulan y se liquidan sin dejar mayores rastros.
Inaceptable es que, mientras sigue prosperando la cultura narco, la economía se marchita, Colombia se desindustrializa, las exportaciones caen, el desempleo sube, la solución a la crisis pensional no merece ni un comentario del gobierno, y todo bajo el efecto sedante, unos precios ascendentes de lo que los tecnócratas graciosamente denominan ‘commodities’. Reforzado por el fútbol, que, como cada cuatro años, tiene a los colombianos hablando de otra cosa y no de los problemas que, de todas maneras, deberán ser enfrentados luego de la resaca del Mundial.
Inaceptable es que las promesas bandera de Juan Manuel Santos para hacerse elegir no se hayan cumplido: los impuestos subieron, los pensionados deberán pagar aportes injustos a la salud, y la paz necesitará un nuevo arranque para que no esté manchada de injusticias y fracasos.