Estoy seguro de que tienen un grupo de oración. También deben tener un grupo de Whatsapp más nutrido que el de mis compañeros del colegio, que escriben más de 300 mensajes durante un aburrido partido entre Millonarios y Santa Fe. Y, por supuesto, que se tuitean, retuitean y requeteretuitean, para crear tendencias. Los une la historia y la histeria. Tienen un solo tema: el expresidente Álvaro Uribe Vélez.
En él ven al ‘coco’, a Sullivan y a Wazowski, los campeones de Monsters Inc., que se esconden en un armario para asustar a los niños. Creen que es un capo, una especie de Darth Vader, que comanda a las fuerzas del mal y que tiene el poder de destruir todo con su sable de luz, y que pudo dar de baja a sus campeones de la paz Cano, Reyes y Jojoy con la estrella de la muerte. Y le echan, a Uribe, la culpa de comprar unos testigos.
De eso sabe mucho uno de ellos, quien parece ser el verdadero autor de esta práctica.
Rezan para que el ‘villano’ no muera, para que sobreviva el coronavirus, para que la muerte no les arrebate la felicidad de verlo en una celda, como las del Helicoide de Caracas, cuyo carcelero es ‘el presidente de lujo’ de una del grupo.
Quieren que viva eternamente porque no quieren no tener tema para sus columnas. Porque les tocaría pensar e investigar, para ver si por fin formulan alguna solución para el país. Porque temen que tengan que escribir sobre el líder de la mara Colombia Humana, que contó y cuenta billetes, sin que su corte de bolsillo indague.
Entre estos influencers hay tres Danieles, dos Gustavos, dos Ivanes (no, el legítimo presidente no forma parte del grupo), dos Silvas, un par de caricaturistas, diez congresistas amnésicos, que olvidaron que reclutaron, violaron y fusilaron a menores, un exfiscal que se cree Lex Luthor, y un exvicefiscal que se cree.
Repiten y repiten incesantemente que su antihéroe es el ‘eterno presidente’. Creo que no se han enterado de que el artículo 190 de la Constitución reza que “el Presidente de la República será elegido para un período de cuatro años”, y que esos cuatro años terminaron hace más de diez. Como diría Beto Reyes: “hay que leer”.
En el delirio, que forma parte de su extraña patología, insisten que este exservidor público tiene superpoderes, y que pudo, siendo gobernador, según ellos del departamento de Mordor, organizar ejércitos de orcos, para liquidar a sus valientes amantes de la paz, que se refugian de su poder en un vecino país donde florecen la prosperidad y la democracia.
Esta logia ha tomado fuerza y tiene mucho eco en las radionovelas de la madrugada. Casi han logrado convencer a mi tía Clara Inés y a mi hija Cristina, pero yo hago todo lo posible por aterrizarlas en la realidad del país, y les pido que dejen de ver la vida como un dilema unidimensional de izquierda y derecha, para que no se contagien de la paranoia de los ilustres calumnistas.
Sergio Calderón Acevedo
Economista