Voy a comenzar por el final, para no dar muchas vueltas: en Colombia se debe prohibir el diésel ya.
Se trata del combustible más contaminante y sucio del mundo, y su uso está siendo prohibido en las principales ciudades de Europa. Algunas de ellas han dado un plazo prudencial de uno o dos años para prohibir la circulación de las ‘cafeteras’ en sus calles, pero otras, especialmente las alemanas, ya han desterrado con efecto inmediato a los vehículos más contaminantes y viejos para ir paulatinamente incorporando a todos los modelos anteriores al 2015 y que no cuenten con el famoso estándar Euro VI, que realmente no es menos tóxico ni contaminante.
Una demanda presentada por la Deutsche Umwelthilfe (Ayuda para el Medio Ambiente Alemán), presidida por Jürgen Resch, en la ciudad de Stuttgart, la sede de Daimler y de Porsche, logró prohibir el diésel por considerar que “prima el derecho a la salud sobre los derechos de los propietarios de los vehículos diesel”. Dicha demanda fue replicada con éxito en Düsseldorf y protegida contra los opositores a la misma por parte del Tribunal Contencioso Administrativo de Alemania, con sede en Leipzig. Pronto la Umwelthilfe presentará una petición igual de prohibición en las 45 principales ciudades de Alemania.
Se ha demostrado que los motores diésel, aunque generan marginalmente menos CO2 que los motores de gasolina por kilómetro recorrido, producen muchísimo más durante su vida útil, pues son andados más, porque el litro es más barato que el de la gasolina, y por ser el motor predominante en las flotas de buses y camiones del mundo. El diésel aporta muchísimo más a las emisiones de calentamiento global que los demás combustibles de motores. Además, produce enormes cantidades de óxidos de nitrógeno, que son los que ocasionan las inmundas natas de humo tóxico que flotan sobre las grandes ciudades, como Bogotá y Medellín, en el caso colombiano. Quedó demostrado durante la última jornada sin carro, el pasado primero de febrero, que los niveles de contaminación aumentaron porque ese día, precisamente, la vetusta flota de Transmilenio y del Sitp trabajó a capacidad total. Aunque el encargado del tema en la Secretaría de Medio Ambiente insista que la calidad del aire en Bogotá es aceptable, parecería que sus medidores son los mismos que desataron el famoso ‘dieselgate’ en Alemania y que arruinaron la reputación de Volkswagen.
El diésel también está asociado con la epidemia del Alzheimer, pues produce magnetita, cuyas partículas se alojan en el cerebro y destruyen la capacidad cognitiva. Igualmente, es causante de la mayor parte de las infecciones pulmonares por causas diferentes al clima.
Se acerca la adjudicación de la renovación de los articulados rojos. Aunque el alcalde Peñalosa crea en los supuestos beneficios del famoso Euro VI, bien haría en analizar alternativas menos sucias y más eficientes, como el gas natural, o incluso buses puramente eléctricos, cargados con energías renovables no convencionales.
Y los ministros de Medio Ambiente y de Minas deberían empezar a pensar en las medidas del caso, pues, gústeles o no, Colombia deberá iniciar el camino ya recorrido por Europa.
Por eso, termino con el comienzo: en Colombia se debe prohibir el diésel ya.