Mi columna anterior la hice sobre el reciente libro de Wade Davis a propósito de la importancia del río Magdalena para los colombianos. Aprovecho esta oportunidad para referirme a otro libro, escrito por el antropólogo y arqueólogo Carlos Castaño-Uribe y publicado a finales de 2019, acerca de uno de los sitios de mayor importancia natural y cultural para Colombia, la serranía del Chiribiquete.
La primera reflexión que debemos tener en cuenta sobre las áreas protegidas en Colombia, bien sean reservas de la sociedad civil o parques nacionales, es que estas representan cerca del 15% de nuestro territorio nacional, mas de 31 millones de hectáreas, y juegan un rol central para mitigar el cambio climático y prevenir desastres naturales. El Chiribiquete fue declarado PNN en 1989 y es hoy el área protegida más grande de Colombia, una mega unidad de 4,2 millones de hectáreas.
Si bien esta relativamente cerca a los Andes su formación geológica es distinta y muy anterior. La serranía de Chiribiquete tiene cerca de 2.000 millones de años de formación y sus características son similares a otras encontradas en Sudáfrica y Australia. Ha descrito el autor a esta Serranía como una bisagra en el entendido que sirve de punto de encuentro y articulación de elementos biológicos, ecológicos y geográficos principalmente entre Los Andes y el Amazonas.
Una característica por la que sobresale el Chiribiquete, son los Tepuyes o mesetas abruptas en medio de la selva con paredes verticales y cimas relativamente planas. Estas formaciones están rodeadas de un endemismo exuberante. Cientos de especies de fauna y flora se han descubierto en espacios muy reducidos gracias a las expediciones científicas.
Complementa al valor geológico y ambiental del Chiribiquete su propia etimología: “maloka cósmica de los hombres jaguar”. Esta zona ha sido por miles de años un sitio sagrado para el chamanismo amazónico. Explica el autor que los cerros son a su vez templos para la interacción entre fuerzas antagónicas como el sol y la luna o el día y la noche. Las pruebas de carbono 14 sobre las pinturas halladas datan aproximadamente de 20 000 años a.c. y sorprende que algunas con fechas tan recientes como 1950 o 1978. Es una cronología de ocupación prolongada siendo tal vez uno de los pocos en el mundo donde se mantiene una tradición cultural milenaria.
En virtud de todos estos atributos naturales y culturales se logró el reconocimiento de la serranía del Chiribiquete por parte de la Unesco como patrimonio mixto –natural y cultural– de la humanidad con lo que hace parte de un grupo pequeño y notable de cinco en Latinoamérica, el único en Colombia.
La lectura del libro “Chiribiquete: la maloka cósmica de los hombres jaguar” enhorabuena patrocinado por Sura, es tal vez la manera más fácil, de pronto la única, de conocer este lugar excepcional. Hacerlo además es un aporte a la defensa y protección del parque. La amenaza de una colonización que deforesta, las actividades ilícitas y los incendios frecuentes amenazan gravemente con alterar la función de este patrimonio. Las consecuencias de su deterioro se sentirán, directa y principalmente, en los millones de colombianos que viven en los Andes.
Sergio Díaz- Granados
Director Ejecutivo del BID para Colombia y Perú
sergiodg@iadb.or