El desplome continuo del dólar, teniendo en cuenta los fundamentos de la economía, va camino a agudizarse. Esto, paradójicamente, refleja nuestra robusta economía (crecimiento de 7,5% en 2007 y 5,0% para el 2008). A ese índice hay que sumarle la confianza que ha generado la seguridad democrática y la estabilidad jurídica. La Andi espera que la inversión extranjera directa llegue en 2008 a 12.000 o 14.000 millones de dólares; muy por encima de los impresionantes 9.028 millones que entraron en 2007. Las remesas aumentaron 13,4% para alcanzar a llegar a 4.493 millones de dólares. Sobra decir, un aumento de 55% de las exportaciones. El masivo ingreso de dólares a la economía colombiana llevará a un dólar de 1.700 pesos y posiblemente un nivel más bajo.
Los controles de capital no han servido de mucho, mientras el diferencial de tasas cada día es peor. Curioso, por ejemplo, que mientras en kilos las exportaciones de confecciones a Venezuela hayan aumentado 25%, en términos de facturación hayan aumentado 125%. Perder nuestra competitividad cambiaria continuará siendo dañino para nuestro sector exportador, especialmente para la agricultura y manufactura. La dependencia de estos sectores en mano de obra, nos augura un efecto pernicioso sobre el empleo y crecimiento. Ya por ejemplo, los floricultores han perdido 18.000 empleos. El Ministro de Agricultura, entendiendo esta problemática y para defenderse de la revaluación, ha destinado subsidios de hasta $1,2 billones a su sector. Por estos motivos, al recibir el proyecto de presupuesto de la nación, nos preocupa que el Gobierno este proyectando el cambio de dólar-peso para el 2008 en $2.068. Esta cifra está lejos de la realidad. ¿Qué está viendo el Ministerio de Hacienda en el panorama económico para prever una devaluación del 15% en el corto plazo? Sin duda, esa visión no aporta mucho para mejorar el escenario.
Otro punto del Gobierno que tampoco ayuda a controlar la revaluación es el aumento del presupuesto de la nación: 16,6%. El Banco de la República ya ha dicho públicamente, que menos gasto fiscal les daría oxígeno para pensar en un freno al incremento de tasas o, inclusive, una reducción. Muy prudente y beneficioso para el país sería un presupuesto que creciera no más de la inflación (6,3%). Más gasto fiscal nos lleva a más inflación, para que el Banco de la República siga subiendo las tasas y destruyendo el empleo y crecimiento a través de más revaluación.
Desafortunadamente, la economía colombiana no es mágica y funciona con las mismas reglas que todas las demás. No hay mejor política social que defender el empleo. Solo por recoger algo de sabiduría bíblica, nunca sobra ahorrar durante las 'vacas gordas' para poder tener durante las 'vacas flacas'. El presidente Uribe nos ha traído cinco años de prosperidad como nunca hemos visto, el recaudo de la Dian en los últimos tres años ha venido aumentando en 17,7%, año tras año. Ya es hora que algún ministro de Hacienda, nos entregue un presupuesto relativamente balanceado.