El proceso de reforma pensional ya ha empezado su marcha en Colombia y, aunque todavía desconocemos cuál será su recorrido, ya sabemos su meta: un sistema de pilares, el primero gerenciado por Colpensiones y el segundo por las Administradoras de Fondos de Pensiones.
Un sistema de pilares tiene varias ventajas respecto al hasta ahora vigente que pone en competencia los dos regímenes. Por ejemplo, al tiempo que reduce sustancialmente los subsidios que entrega el Estado a las pensiones más altas, ofrece a los afiliados una mesada básica segura, de beneficios definidos, no afectada por las fluctuaciones de los rendimientos de los ahorros en el mercado financiero y por el riesgo de extralongevidad.
Además de lo anterior, el sistema de pilares permitiría adaptarse a algunas recientes tendencias que se registran en el mercado laboral. En particular, la tendencia hacia empleos menos seguros y menos continuos -lo cual amenaza la regularidad de las cotizaciones- y hacia la creciente automatización de los procesos productivos -lo cual amenaza la demanda misma de trabajo dado que está reemplazando los trabajadores activos por robots, algoritmos y el internet de las cosas-.
Para contrarrestar estos fenómenos podría explorarse la implementación de dos estrategias. Una que consiste en el recaudo de las cotizaciones a través del consumo de los trabajadores. Esto podría hacerse definiendo que un porcentaje del IVA o del impoconsumo vaya a una cuenta individual del segundo pilar. Esta posibilidad todavía presenta problemas de aplicación en Colombia y seguramente no lograría cubrir toda la población. Sin embargo, podría empezarse con cobrar un pequeño porcentaje sobre los gastos de las personas titulares de tarjetas de crédito o débito. Lo anterior permitiría recaudar cotizaciones incluso entre los trabajadores informales. Obviamente, podría controvertirse que la medida aumentaría el ahorro forzoso solo entre los (más ricos) tarjeta habientes, pero como este ahorro terminaría en las cuentas individuales del segundo pilar, no daría lugar a algún subsidio.
Una segunda estrategia podría consistir en cobrar una contribución pensional al capital que sustituye mano de obra. Un ejemplo para explicar el asunto. Todos somos testigos de como las grandes superficies están introduciendo un número creciente de puntos de pago de autoservicio. Reemplazan a personas y son cajeros que trabajan sin descanso, a los cuales no se les pagan horas extras, ni recargos nocturnos; además, para ellos las empresas tampoco pagan contribuciones de seguridad social. En estos casos se podría pensar en introducir un cargo mensual por cada cajero de autoservicio instalado que tuviera como destino el sistema pensional, y en especial el primer pilar, con lo cual se ayudará a financiar la pensión de todos los afiliados.
Nótese que ambas estrategias tienen la gran ventaja de no gravar la nómina de las empresas y de no proporcionar estímulos a la informalidad, a diferencia de lo que pasa con la tradicional forma de financiar la seguridad social.
Stefano Farné
Director Observatorio del Mercado Laboral, U. Externado.