Recientemente en Colombia, y en el mundo, hemos visto varios juicios que terminan siendo tema central en los medios de comunicación. Algunos de estos son producto de estrategias de los juristas o las contrapartes, quienes pretenden trasladar los procesos legales a los medios, con el fin de convertirlos en casos de opinión pública. Otros son pleitos que, por involucrar a personalidades o temas de relevancia nacional, son noticia.
Sin entrar a opinar sobre si la justicia debe o no estar mediatizada, el hecho es que en varios juicios, por diversas razones, terminan convirtiéndose en casos publicitados. En estos, es común que los abogados, por el temor real de afectar la batalla jurídica, dejen de lado el componente de comunicaciones. Y aunque es cierto que lo ideal es mantener los litigios en los estrados judiciales, es necesario conciliar la estrategia jurídica con la de comunicaciones, así esta última sea tratar de mantener el juicio en el campo legal.
Es importante entender que ganar las batallas legales no implica ganar las batallas de reputación. La estrategia legal debe ir acompañada de una táctica de comunicaciones para proteger la reputación, pues la idea es ganar ambas luchas. No es suficiente con una absolución de la justicia si la opinión pública –los clientes, socios, accionistas, proveedores, patrocinadores, empleados, la comunidad, entre otros–, creen que en realidad hubo culpabilidad. En este caso, puede que no haya una sanción legal, pero sí habrá una social.
Sin embargo, hay que ser conscientes y partir de la base de que las personas no son tontas, y que por lo tanto, no hay estrategia de comunicación que valga, si en realidad la empresa o el individuo es culpable. Las comunicaciones no hacen milagros, pero son un complemento fundamental si corresponden a la verdad. Al final, la reputación está íntimamente ligada con la confianza y la transparencia. Sin estas dos condiciones, no podemos hablar de una reputación sostenible.
La reputación es el conjunto de opiniones que los terceros tienen sobre una persona o empresa. Si bien es uno de sus principales activos, también es cierto que se deprecia, y ser protagonista de un juicio es una variable que puede tener este efecto. Sin embargo, el buen nombre es como una cuenta de ahorros, a la que es necesario abonarle plata siempre para que en momentos de crisis, haya de dónde girar. Es por esto que, para el caso de las organizaciones, contar con prácticas transparentes, mantener una comunicación continua con sus stakeholders, aceptar los errores e implementar soluciones para prevenir repetirlos, y comunicar qué se hace, son variables que construyen confianza y refuerzan la reputación.
Si bien es entendible la posición de los abogados de tratar de mantener silencio sobre los procesos, con el fin de que no se conviertan en debates públicos y puedan, de una u otra manera, influir sobre las decisiones de los jueces o del regulador, es importante entender que hay que estar preparado si el proceso se mediatiza.
El prestigio es un activo muy valioso para las organizaciones o las personas, y, por lo tanto, vale la pena invertir tiempo y cabeza para protegerlo.
Valeria Marulanda Dávila
Partner Comunicaciones Financieras
Kreab Gavin Anderson