Impuestos

15 may 2019 - 12:35 p. m.

Impuestos saludables representan más ingresos para países

Estudios confirman que elevar los precios de tabaco, alcohol y bebidas azucaradas salvaría a millones de ciudadanos en el mundo.

Este año, Fortune arrastró del sexto al 10° lugar a Coca Cola.  Al parecer, la preocupación por las altas tasas de obesidad y lo

Se demostró que tabaco, alcohol y bebidas azucaradas son más consumidos por las poblaciones más pobres.

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15 may 2019 - 12:35 p. m.

Desde el 2003, cuando por primera vez el mundo se unió alrededor de una medida de salud pública en el Convenio Marco Antitabaco, que busca reducir a todo nivel el impacto del cigarrillo, los expertos, encabezados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), han sugerido el aumento de impuestos específicos a estos productos y sus derivados como herramienta para lograr este objetivo. Sin embargo, pese a estudios aislados que demuestran el efecto favorable en términos sanitarios, pocos países han tomado en serio esta recomendación.

De hecho, desde el 2016, Colombia incrementó de manera tímida el impuesto específico al cigarrillo en un 200 por ciento y estableció un aumento anual de cuatro puntos porcentuales por encima de la inflación, lo que ayudó a disminuir 23 por ciento el consumo de tabaco en su primer año de aplicación, a la par que aumentó el recaudo de la carga impositiva un 54 por ciento.

Por la misma época, el país aumentó los impuestos al alcohol con una combinación de 25 por ciento de impuesto sobre el precio y un tributo específico basado en el contenido de alcohol. Con esto subió los ingresos en 17 por ciento en el año siguiente.

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Y, aunque estos resultados podrían ser lo suficientemente estimulantes, lo cierto es que los intentos para ampliar la carga impositiva a otros productos considerados riesgosos para la salud, como bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, han resultado infructuosos desde el punto de vista legislativo, además de encontrar oposición de la industria nacional.

ALGUNOS MODELOS

Hay otras experiencias dicientes en el mundo. Por ejemplo, entre el 2006 y el 2011, Brasil incrementó las tasas de impuestos al tabaco, lo que subió los precios de cada paquete un 34 por ciento y coincidió con una disminución en el consumo de 19 por ciento. Al ver estos resultados, el Gobierno brasilero introdujo en el 2012 una norma fiscal por encima de la inflación que significó una subida de 33 por ciento en el precio y una caída en el hábito de fumar en adultos de casi 50 por ciento en menos de cuatro años.

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Por los lados de la Federación Rusa, hace 15 años se implantaron las primeras medidas para el control del alcohol, las que de manera audaz incluyeron un precio mínimo a modo de barrera de acceso. Una década después, esa decisión representó una reducción de la tercera parte en el consumo de licor y, consecuentemente, una baja sustancial de las enfermedades producidas por las bebidas alcohólicas. Pero esos casos de éxito siguen siendo aislados y lo cierto es que, algunos productos de consumo masivo constituyen factores de riesgo identificables frente a los cuales se actúa poco.

ESTUDIO MUNDIAL

El Grupo de Trabajo sobre Política Fiscal para la Salud, una comisión de alto nivel convocada por Bloomberg Philanthropies, reveló un informe que sugiere que un aumento del 50 por ciento en los impuestos al tabaco, alcohol y bebidas azucaradas podría evitar más de 50 millones de muertes prematuras en el mundo en los próximos 50 años, y aportaría más de 20.000 millones de dólares en ingresos adicionales en igual periodo.

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Dicho grupo está integrado entre otros por Michael Bloomberg, Margaret Chan, exdirectora de la OMS; Tabaré Vázquez, presidente de Uruguay, y el exministro de Hacienda colombiano Mauricio Cárdenas. El documento está fundamentado en la revisión de la evidencia epidemiológica alrededor del mundo, la cual pone de presente que más de 10 millones de personas mueren prematuramente por año a causa del consumo de estos tres productos.

El equipo investigador insistió en que el tabaco se ha convertido en el mayor de estos riesgos para la salud pública, al punto de que termina con la vida de 8 millones de personas al año, mientras que el alcohol se relaciona de manera directa o indirecta con casi tres millones de fallecimientos y el azúcar, al menos con otros seis millones.

Las cifras, aclara Hernando Nieto, presidente de la Asociación Colombiana de Salud Pública, no son sumas perfectas porque muchas veces, estos factores de riesgo pueden estar presentes en una sola persona.

Sobre estas premisas, el estudio reafirma que estos decesos forman parte de las llamadas enfermedades no trasmisibles (ENT), que en conjunto matan a más de 41 millones de personas cada año y representan el 70 por ciento de todas las muertes, siendo las de mayor impacto la enfermedad cardiovascular (17,9 millones), el cáncer (9 millones), las enfermedades respiratorias (3,8) y la diabetes (1,6).

El grupo de expertos recogió información que no pone en duda que en los países de ingresos bajos y medios, la mitad de muertes por ENT ocurren antes de los 70 años, lo que acorta la vida productiva de los adultos, causa un daño severo a la productividad y hace más evidentes los problemas económicos. En contraste, en los países de elevados ingresos, apenas una de cada cuatro muertes por estas causas ocurre antes de estas edades.

Para completar estas cifras, se demostró que tabaco, alcohol y bebidas azucaradas son más consumidos por las poblaciones más pobres, en una tendencia que muestra un preocupante crecimiento. El estudio enfatiza en que la industria pareciera enfocarse en dichas poblaciones, que además tienen niveles bajos de educación y poco acceso a sistemas sanitarios.

PLATA QUE NO VUELVE

El informe, al cual tuvo acceso este diario, profundiza en el impacto económico que sobre los presupuestos nacionales tienen estos hábitos. Sin ir más lejos, fumar impone gastos en atención médica y en reducción de la productividad mundial cercanos a los 1.400 millones de dólares al año, lo que equivale aproximadamente al 1,8 por ciento del producto interno bruto (PIB) del planeta, de los cuales 442 millones de dólares son invertidos en el manejo de enfermedades y el resto, según otro estudio, son pérdidas por déficit laboral.

El alcohol, por su parte, genera pérdidas equivalentes al uno por ciento del PIB de los países de ingresos medios y altos y algo más del 10 por ciento del PIB de los de menores ingresos. Y, finalmente, las bebidas azucaradas se ensañan principalmente contra la economía de los países pobres, donde cada año se toma 4 por ciento del PIB.

IMPUESTOS, LA RESPUESTA

Los expertos de Bloomberg Philanthropies sentencian que la reducción del consumo de tabaco, alcohol y bebidas azucaradas no solo impactaría en el bienestar y aumento de los años de vida saludable en los países, sino que evitaría el empobrecimiento de los más vulnerables.

El camino más fácil para lograrlo es que los gobiernos se interesen en aplicar impuestos sobre estos productos, incluyendo aranceles aduaneros, al valor agregado, tributos sobre las ventas y los específicos. Y, de todos estos, los aplicados al consumo son los más importantes a la hora de promover la salud, “porque modifican el costo para las personas y dificultan su acceso a ellos”.

La conclusión es simple: el aumento en los precios del tabaco y el alcohol reduce su demanda, lo que se empieza a evidenciar ya con los tributos a las bebidas azucaradas.
Los escenarios permitieron demostrar, según los investigadores, que un 10 por ciento más en los precios se traduce en una disminución del 5 por ciento en el consumo de tabaco, 6 por ciento en el de alcohol y 12 por ciento en el de bebidas azucaradas, con efectos aun mayores entre los grupos de bajos ingresos y personas jóvenes.

Precisamente, en el caso de los jóvenes especifican que este efecto es clave porque “los precios altos impiden el inicio de los hábitos y reducen el uso de dichos productos a lo largo de toda la vida”.

TODOS LOS PRODUCTOS


“Si se aumentaran los impuestos para subir los precios en los tres productos en un 20 por ciento, se evitarían más de 21 millones de muertes prematuras en el mundo en los próximos 50 años”, concluye el informe, que va más allá al señalar que si el aumento de los impuestos fuera del 50 por ciento, las vidas salvadas serían más de 50 millones, además de permitir el recaudo de 20 billones de dólares que serían ingresos adicionales que se podrían usar a favor del bienestar de los ciudadanos.

La subida de impuestos al tabaco, alcohol y bebidas azucaradas tendría mayor impacto en países de ingresos medios y bajos, en los cuales un aumento del 20 por ciento evitaría solo en ellos 10 millones de fallecimientos prematuros en un horizonte de 50 años. “Un número nada despreciable porque al sacar los promedios, los impuestos más elevados evitarían más de 800.000 muertes cada año en los países de ingresos medios, más que los decesos que deja el sida en estas mismas naciones”, concluyen.

La recomendación es clara: aumentar impuestos sin dejar de lado otras medidas contra estos productos (etiquetado de advertencia, control de publicidad y ventas a menores de edad) es un salvavidas para la humanidad.

CARLOS F. FERNÁNDEZ Y RONNY SUÁREZ
REDACCIÓN SALUD

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