Internacional

24 oct 2019 - 10:30 p. m.

Protestas mundiales ya captan la atención de todos los mercados

Una relajación fiscal bajo presión en economías inundadas de deuda, y con la recesión de fondo, está poniendo más nerviosos a inversores en bonos.

Chile

Ayer se registró una nueva jornada de protestas sociales en ciudades de Chile.

AFP

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Portafolio
24 oct 2019 - 10:30 p. m.

Una propagación de las protestas callejeras y disturbios civiles en el mundo en las últimas semanas ha ocupado un lugar destacado en el radar de los mercados financieros, porque los inversionistas temen a las consecuencias de la presión pública sobre las finanzas gubernamentales.

(Lea: El malestar de América Latina va a las urnas este domingo)

Administradores de dinero y analistas de riesgos, que buscan un común denominador a fuentes de ira popular a menudo no conectadas en Hong Kong, Beirut, El Cairo, Santiago y otros lugares, consideran que el malestar es particularmente preocupante después de años de débil crecimiento económico global y relativamente poco desempleo.

(Lea: Latinoamérica se vuelve a convertir en zona de riesgo)

Si, como muchos temen, el mundo cae en su primera recesión en más de una década, entonces las causas detrás de las revueltas se profundizarán y obligarán a los gobiernos a aflojar aún más los bolsillos para financiar mejor empleo, educación, atención médica y otros servicios.

Una relajación fiscal bajo presión en un mundo ya inundado de deuda y que se encamina hacia otra contracción puede poner nerviosos a acreedores e inversores en bonos, especialmente a aquellos que tienen deuda gubernamental como un seguro contra la recesión y un refugio contra la volatilidad.

“Las protestas per se son impredecibles para los inversionistas y se ajustan a un patrón de creciente riesgo político que ha afectado las percepciones del mercado en casi todas los lugares”, dijo el estratega de Standard Chartered Bank, Philippe Dauba-Pantanacce. “Los inversores se pondrán más nerviosos cuando vean que el paquete del FMI o las promesas de un país están condicionados a la consolidación fiscal y que las primeras medidas de austeridad son seguidas por protestas masivas”.

El rechazo popular a la reducción de la deuda y la austeridad plantea serias dudas sobre cómo se puede responder a un endeudamiento aún en expansión. Muchos también temen a un ciclo de retroalimentación.

Según el FMI, una recesión mundial la mitad de grave que la de la última crisis financiera resultaría en un riesgo para US$19 billones de deuda corporativa, de empresas cuyas ganancias no cubrirían el costo de sus pagos de intereses y mucho menos el capital.
El aumento de las bancarrotas de las llamadas empresas ‘zombies’, a su vez, podría provocar pérdidas de empleo y más disturbios.

Marc Ostwald, estratega global de ADM Investor Services, aseguró que veía muchas de las protestas como ‘la paga que termina por romper la espalda del camello’, puntos de inflexión de quejas con mucha historia sobre desigualdad, corrupción y opresión, además de variaciones sobre asuntos más amplios como el populismo y la antiglobalización.

De las decenas de protestas en el mundo, en lugares como Irak, Reino Unido, Líbano, Hong Kong, Egipto, algunas de más importantes están en Latinoamérica. En Chile, al menos 15 personas han muerto en las protestas, que comenzaron con un aumento de los costos del transporte público, pero han escalado para reflejar una ira creciente por la enorme desigualdad económica, así como los costosos sistemas de salud, educación y pensiones, que muchos ven inadecuados.

Por su parte, en Ecuador las violentas protestas de principios de octubre obligaron al presidente Lenin Moreno a revertir su propio decreto para recortar los costosos subsidios al combustible que han estado vigentes durante décadas.

El Gobierno estimó que los recortes habrían liberado casi US$1.500 millones por año del presupuesto, ayudando a reducir el déficit fiscal, considerado en un acuerdo de préstamo del FMI de US$4.200 millones.

Mientras, en Bolivia, protestas y marchas masivas estallaron esta semana después de que la oposición dijo que el recuento de votos de las elecciones fue manipulado a favor de Evo Morales. Los disturbios son la prueba más severa para el gobierno de Morales, quien llegó al poder en 2006.

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