Internacional

07 jun 2019 - 8:15 p. m.

Tierras raras: nuevo campo de tensión

Su cuasi monopolio le da una ventaja a China, pero los recortes en el suministro incentivarían a los rivales.

Xi Jinping

El 21 de mayo, el presidente de China, Xi Jinping visitó a un fabricante de imanes de tierras raras en Ganzhou, en el sureste de la provincia de Jiangxi, lo cual conmocionó los mercados globales.

AFP

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07 jun 2019 - 8:15 p. m.

Hace nueve años, la compañía de Ian Higgins en Inglaterra quedó conmocionada por las malas noticias de Volkswagen. Los precios de las tierras raras estaban aumentando, por lo que el mayor fabricante de automóviles de Europa advirtió que planeaba descontinuar el uso de todas las aleaciones de tierras raras para sus imanes.

Higgins se preparó para que otros clientes tomaran medidas similares, lo cual habría perjudicado su fábrica de aleaciones metálicas Less Common Metals si la industria automotriz hubiera dejado de usar la tecnología. Sin embargo, para su alivio, sólo resultó ser un susto.

Hasta ahora. Las tierras raras - un grupo de 17 minerales poco comunes que se encuentran presentes en nuestras vidas digitales - han sido lanzadas al centro de la guerra comercial entre EE. UU. y China tras las advertencias de Pekín de que podría cortar el suministro. Al igual que en 2010, cuando el aumento de los precios vino como consecuencia de una disputa entre China y Japón, Higgins enfrenta interrupciones en el suministro de materias primas.

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Durante el mes pasado, las tensiones han llegado a nuevos niveles. La decisión estadounidense de prohibirle efectivamente a Huawei el acceso al mercado estadounidense no es sólo un golpe a corto plazo para las exportaciones chinas, sino que también podría obstaculizar sus esfuerzos a largo plazo para estimular la innovación. Pekín está buscando formas de tomar represalias y cree que las tierras raras podrían ser un arma estratégica importante.

El 21 de mayo, Xi Jinping visitó a un fabricante de imanes de tierras raras en Ganzhou, en el sureste de la provincia de Jiangxi, lo cual conmocionó los mercados globales. Las palabras del Presidente sobre la autosuficiencia reabrieron un debate acerca del dominio de China sobre una cadena de suministro crucial para las industrias militar y de alta tecnología.

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“Si los precios vuelven a subir, la pregunta es cuánto daño le haría al sector de los imanes de tierras raras”, dice Higgins.

Los imanes que se utilizan en los vehículos eléctricos dependen casi en su totalidad de las tierras raras extraídas en China. Los precios del neodimio y el praseodimio, los dos principales elementos de tierras raras utilizados en los imanes, aumentaron de aproximadamente US$32 por kilogramo a principios de mayo a unos US$42 por kilogramo, según UBS. En 2011, los precios subieron a más de US$160 por kilogramo.

Las tierras raras - los 15 elementos lantánidos en la tabla periódica, más otros dos elementos relacionados, escandio e itrio - son una parte integral de la vida moderna. Se utilizan en teléfonos inteligentes, láseres, paneles de instrumentos, turbinas eólicas y máquinas de resonancia magnética, por lo que están profundamente integrados en la cadena de fabricación, aunque la mayoría de los consumidores no los conocen. Se volverán aún más importantes conforme se afiancen las nuevas tecnologías. Más del 90% de los coches híbridos y eléctricos usan imanes de tierras raras en sus motores.

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China supone el 80% del suministro global de tierras raras, gracias a los depósitos especialmente ricos y una alta tolerancia al proceso tóxico y, a veces, incluso radioactivo, de la explotación minera y extracción. Tiene un porcentaje aún mayor de la fabricación de los potentes imanes de tierras raras.

La visita de Xi, que se produjo cinco días después del anuncio sobre Huawei, fue un recordatorio de que, si el resto del mundo amenaza a China, China puede responder.

Unos días después, el poderoso órgano de planificación estatal de China amenazó con utilizar las exportaciones de tierras raras como presión en la guerra comercial con EE. UU. “¿Se convertirán las tierras raras en el arma de China contra la injustificada represión de EE. UU.?”, escribió la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma.

El Diario del Pueblo intervino con una frase que presagió la guerra entre India y China en 1962 y una breve guerra con Vietnam en 1979. “No digas que no te lo advertimos”, escribió.

“Creo que éste es un intento por parte de China para hacer que Washington reconsidere con la esperanza de moderar lo que se ha vuelto una postura estadounidense muy agresiva hacia China en todos los frentes”, dice John Seaman, investigador del Instituto Francés de Relaciones Internacionales en París.

Mucho antes de que las tierras raras se convirtieran en una industria familiar para los estrategas de seguridad, el ex líder chino Deng Xiaoping las consideraba una forma de generar ingresos de exportación. “El Medio Oriente tiene petróleo, China tiene tierras raras”, señaló durante una gira en 1987 de Baotou, Mongolia Interior, sitio de uno de los dos grandes yacimientos del país.

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Durante la década siguiente, China superó a EE. UU. como el mayor productor de tierras raras, aunque a un alto costo ambiental. Fue una “carrera hacia el abismo”, según Julie Michelle Klinger, profesora asistente de relaciones internacionales de la Universidad de Boston, pues China aplicó una laxa supervisión ambiental, lo cual le permitió exportar a precios baratos. En Baotou surgió un lago tóxico, mientras que el costo de limpiar los suelos y el agua en Ganzhou asciende a miles de millones de dólares.

Las tierras raras, baratas y sucias, no estaban en el radar de nadie fuera de la industria hasta que en una provocativa propuesta en China sugirió restringir las exportaciones de tierras raras a Japón por motivos de seguridad nacional. El autor, el experto en minerales Sun Lihui, pregonó los beneficios de las restricciones a la minería, así como la idea de atraer tecnología de procesamiento para aprovechar los menores costos de China. Poco después, Pekín impuso cuotas anuales a las exportaciones de tierras raras.

Unos años después, la crisis financiera mundial hizo que la demanda de tierras raras cayera bruscamente. Al ver que los cupos de exportación de 2009 no se habían utilizado en su totalidad, los planificadores estatales recortaron los cupos para la segunda mitad de 2010.

Cuando la demanda comenzó a recuperarse, los exportadores con libros de pedidos llenos no pudieron garantizar los cupos. Los precios subieron, justo cuando el antagonismo entre China y Japón sobre el Mar de China Oriental llegó a su punto crítico en septiembre de 2010. Los medios internacionales reportaron que China había cortado el suministro a Japón.

De hecho, los datos de aduanas chinos y japoneses muestran que las tierras raras continuaron enviándose a Japón durante el otoño de 2010. Pero la simple sugerencia de una interrupción, combinada con el aumento de los precios, tuvo un profundo impacto en la forma en que el Gobierno y la industria consideraban las tierras raras. Los países se dieron cuenta de que China podía utilizar su dominio del mercado como pieza de negociación.

Consciente de su vulnerabilidad, Japón invirtió dinero en buscar sustitutos. En 2018, Toyota anunció nuevas tecnologías de imanes que “reducirían significativamente” la proporción de neodimio, un elemento de tierra rara utilizado en imanes para vehículos eléctricos e híbridos, necesarios para fabricar sus motores eléctricos.

Aunque compañías como la de Higgins se salvaron una vez que se disipó la crisis, el departamento de defensa de EE. UU. también tomó nota. Las tierras raras se utilizan en láseres, radares, sonar, sistemas de visión nocturna, guías de misiles, motores a reacción y aleaciones para vehículos blindados. El año pasado, un informe del Pentágono afirmó que China había “inundado estratégicamente el mercado global de tierras raras a precios subsidiados”.

“El dominio de China del mercado de elementos de tierras raras ilustra la interacción potencialmente peligrosa entre la agresión económica china guiada por sus políticas industriales estratégicas y las vulnerabilidades y lagunas en la base industrial de fabricación y defensa de EE. UU.”, añadió.

La disputa por las tierras raras es más complicada en 2019 que en 2010, pero igualmente emocional. En aquel momento, giraba en torno al suministro de minerales y óxidos a Japón. Esta vez, las tensiones se desarrollan en cadenas de suministro más largas y complejas.

“Sería difícil afectar solamente a EE. UU.”, afirma Yujia He, del Instituto de Estudios de Mercados Emergentes de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong, sobre cualquier eventual restricción china a las exportaciones.

Para comenzar, EE. UU. importa muy poco directamente de China: el valor de las importaciones de tierras raras chinas fue de alrededor de US$160 millones en 2018, principalmente para la industria del petróleo y el gas. Las restricciones a la exportación afectarían directamente a Japón y otros países asiáticos, con quienes Pekín no quiere enemistarse.

China satisfará “las necesidades legítimas” de otros países, aseguró el portavoz del ministerio de comercio, Gao Feng. Simplemente no permitiría que su propio suministro de tierras raras se utilizara “para obstaculizar el desarrollo de China”.

David Abraham, un alto miembro del grupo de estudio New America en Washington, cree que Pekín está intentando garantizar “que ningún material de tierras raras termine en la el suministro de EE. UU.”

En su opinión, “una especie de requisito vago y complicado” para garantizar que sus productos no terminen en el equipamiento militar estadounidense “sería imposible de certificar e introduciría incertidumbre en las líneas de suministro”.

Sería difícil operar un mecanismo semejante. La cantidad de tierras raras utilizadas en las aleaciones de metales es demasiado pequeña como para rastrearla. Las exportaciones de óxidos y carbonatos de lantano se destinan a una amplia gama de productos, entre ellos medicamentos para tratar las enfermedades renales, lo cual dificulta filtrar las exportaciones que terminan en el sector militar.

Una amenaza más efectiva sería restringir las exportaciones de imanes de tierras raras, una industria mucho más grande que China domina con una participación de mercado de más del 80%. Eso dificultaría la transición hacia los coches eléctricos. Los fabricantes de automóviles se verían obligados a comprarle a Japón, lo cual elevaría los precios. Los analistas señalan que JLMag, la compañía china que Xi visitó el mes pasado, es un importante exportador de imanes de tierras raras.

“Si estas prohibiciones se expanden por la cadena de suministro perjudicarían la industria estadounidense de vehículos eléctricos o actuarían como una barrera para la conformación de esa industria”, dice David Merriman, de Roskill.


Sin embargo, las interrupciones en el suministro de tierras raras chinas podrían suscitar preocupaciones en Europa y Japón sobre el hecho de que China no es un proveedor confiable. Eso aceleraría las medidas ya en marcha para reducir la dependencia de la oferta china, tal como sucedió la última vez.

Ya de por sí, la minería de tierras raras se está diversificando. El año pasado, China se convirtió en un importador neto, pues recurrió a otros países en busca de materias primas, conforme priorizó las industrias emergentes de alta tecnología, como las de imanes de tierras raras y motores eléctricos.

“¿Realmente quieren militarizar esta situación?", pregunta Will Smith, fundador de Westbeck Capital Management en Londres, que invierte en las materias primas necesarias para la industria de los carros eléctricos. “Si hubiera un suministro más grande y más seguro de estas cosas, entonces el uso de imanes sería mayor. La última vez que China limitó el suministro fue en perjuicio propio, pues la demanda se evaporó”.

Durante el susto de 2010, los precios de las tierras raras se dispararon hasta diez veces, lo cual provocó una inundación mundial de nuevos proyectos de minería. En un momento dado, hubo más de 100 compañías de tierras raras cotizando en bolsa, y cada una de ellas afirmaba ser la respuesta al dominio chino, señala Smith. “No esperaba que sobreviviera sólo una”.

Pero uno sobrevivió: Lynas, que cotiza en Australia, posee la mina Mount Weld en Australia Occidental y una planta de procesamiento en Malasia. Sus acciones han aumentado en más del 90% este año como resultado de las tensiones comerciales, y obtuvo ganancias por primera vez el año pasado. Su supervivencia ha dependido del apoyo de los fabricantes de imanes en Japón. “EE. UU. nunca la vio de la misma forma estratégica que los japoneses y se mostró reacio a involucrarse con una compañía única”, resalta Merriman.

Las amenazas de China finalmente podrían llevar a EE. UU. a reactivar su propia industria de tierras raras. El mes pasado, Lynas anunció que construiría una planta de procesamiento de tierras raras en Texas, junto con Blue Line Corporation. La única mina de tierras raras de Estados Unidos, la mina Mountain Pass en California, espera lanzar una instalación de procesamiento el próximo año.

Xi debe equilibrar la necesidad de presentar las consecuencias creíbles de la guerra comercial con la necesidad de mantener la confianza de los mercados de imanes y motores.

“Si se cortaran totalmente los suministros de tierras raras, definitivamente también se perjudicaría el mercado chino”, según Merriman. “Pero no podemos descartar que China es capaz de perjudicarse un poco para impulsar la perspectiva estratégica más amplia. Pueden usar esta pieza para influir sobre las decisiones”.

Lucy Hornby y Henry Sanderson

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