Hace años tengo esta columna entre pecho y espalda. Quiero detenerme en la estrategia de comunicación del Gobierno Santos durante los diálogos de paz con las Farc en La Habana entre los años 2012 y 2016. Muchos han dicho que fue equivocada, que el gobierno se quedó corto en difusión y explicación de los acuerdos. Incluso, tanto el Presidente, Juan Manuel Santos como el Jefe Negociador, Humberto de la Calle, dijeron algo en este sentido como un mea culpa luego de la firma de los acuerdos.
Respetable, pero no comparto ese enfoque. Recordemos el escenario. Cada día, sin excepción, cuando se reunía la mesa de negociación en La Habana entre las delegaciones del gobierno y la guerrilla, el vocero de las Farc hablaba a los medios a la entrada del Centro de Convenciones donde se desarrollaban las conversaciones. Y opinaba sobre lo divino y humano: del curso de las negociaciones, de la situación del país y del mundo, casi que no tenían temas vedados. Recuerdo un día en el que hablaron de la masacre de las bananeras ocurrida en el siglo pasado.
La estrategia del gobierno era más prudente. Se hablaba solamente a partir de hechos cumplidos, como la firma de un acuerdo parcial o un hecho importante de la propia negociación, se hacía pedagogía con lo acordado y no se creaban expectativas sobre el futuro. Solo información relevante, analizada y explicada y ninguna predicción futurista.
Cuando yo llegué como asesor en comunicaciones del Jefe Negociador a la primera cita en Oslo, ya estaba pensada esa estrategia de comunicación. Me pareció correcta y a lo largo de los 22 meses que estuve en la Mesa, la apliqué. Yo había participado en todos los procesos de negociación anteriores con las guerrillas como parte de las delegaciones del gobierno, desde el proceso con el M-19 al final de los 80, y tenía esta experiencia simple pero clara: Los beneficios de los procesos de paz no se ven, en su real magnitud, sino en el largo plazo. En el corto plazo hay muchos adversarios, en ocasiones feroces. Paz es sinónimo de paciencia. En un conflicto interno, ninguna estrategia de comunicación corrige que medio país esté en contra de una paz negociada.
Y frente a un actor como las Farc que hablaba todos los días, no había otro camino que la prudencia y solo dar declaraciones cuando era necesario y hacerlo con reflexiones bien elaboradas. ¿Nos quedamos cortos en pedagogía? Si, se hubiese podido hacer más -siempre se puede- pero ese es un asunto táctico, no estratégico. Y mirando hoy lo que ocurrió con el referendo por la paz en el cual ganó el NO, pero difundiendo falsedades y creando miedo, de poco habría servido esa mayor pedagogía.
Paz y comunicaciones siempre será un matrimonio difícil. Profundizar en estos temas da para un libro. Por ahora mis respetos a Santos, De La Calle, Jaramillo y todos los negociadores de paz. Y a los anteriores, Ossa, Bejarano y Pardo.
RICARDO SANTAMARÍA
Analista